Los vinos blancos también son para el invierno (y para todo el año)
Por: Laura Conde, periodista
Durante años se ha repetido una idea que conviene matizar: que los vinos blancos son solo para el verano. Tal vez porque su frescura y ligereza encajan tan bien con el calor, los días largos y las comidas al aire libre. Pero lo cierto es que muchos blancos también tienen cuerpo, estructura y matices suficientes para acompañarnos durante todo el año. Y, de hecho, algunos de los grandes vinos del mundo son blancos capaces de emocionar tanto en invierno como en verano.
Otro mito: los blancos son exclusivamente para el pescado. Por suerte, esta creencia hace tiempo que ha quedado atrás, y son muchas las personas que disfrutan de un buen blanco con estructura y personalidad acompañando los típicos guisos de carne otoñales. Y es que los blancos no solo refrescan: también reconfortan. Pueden ser untuosos, profundos, con capacidad de guarda y una enorme versatilidad gastronómica.
No hay más que mirar tres ejemplos de Familia Torres que reflejan la diversidad de estilos y territorios: Milmanda, Clos Ancestral Blanco y Pazo das Bruxas. Todos ellos demuestran que el mundo de los vinos blancos con carácter tiene mucho que contar y que el otoño, con su ritmo pausado y su atmósfera contemplativa, es una buena época para escuchar lo que explican.
Milmanda, elegancia y estructura
En la Conca de Barberà, al abrigo del Monasterio de Poblet, nace Milmanda, un Chardonnay de cepas de más de 40 años que crecen en suelos calcáreos y un clima de contrastes. Fermentado y criado en barrica (doce meses en roble francés), es un vino blanco con alma de tinto: cremoso, complejo, con notas de fruta madura, vainilla y un fondo mineral. Su textura envolvente y su acidez equilibrada lo convierten en un compañero perfecto para platos de invierno, desde aves asadas hasta cremas de setas, canelones o cualquier receta con trufa.
Milmanda, DO Conca de Barberà, elaborado con la variedad chardonnay
Clos Ancestral Blanco, el Mediterráneo en la copa
Más cercano al mar, en el Penedès, Clos Ancestral Blanco representa el compromiso de Familia Torres con la recuperación de variedades ancestrales. En este caso, la Forcada, una variedad prefiloxérica que convive con Xarel·lo para crear un vino vibrante, con aromas a fruta blanca, hierbas y flores.
Fresco, gastronómico y con un perfil más informal, es ideal tanto para una comida ligera de verano como para acompañar platos otoñales de verduras asadas, pescados o arroces. Su versatilidad es asombrosa, como demuestra su capacidad de maridaje con las recetas e ingredientes típicos de la zona en la que nace: desde un plato de gambas de Vilanova hasta un guiso delicioso de gall con IGP Gall del Penedès. También marida a la perfección con ensaladas templadas de otoño con base de calabazas y boniatos o con recetas a base de castañas.
Clos Ancestral Blanco, DO Penedès, elaborado con las variedades forcada y xarel·lo
Pazo das Bruxas, la esencia atlántica
En Rías Baixas, entre brumas y viñedos bañados por la humedad del Atlántico, nace Pazo das Bruxas, un Albariño que rinde homenaje a la naturaleza gallega y a sus leyendas. Su acidez característica y su carácter mineral lo hacen perfecto para pescados y mariscos, pero también para platos más intensos como quesos cremosos o aves al horno. Su frescura no solo aligera, sino que también equilibra y realza los sabores, recordándonos que un buen blanco puede acompañar con elegancia cualquier plato.
Pazo das Bruxas es un vino extraordinariamente versátil, que marida bien con numerosas recetas otoñales. Pero si al descorcharlo apetece viajar a Galicia (aunque solo sea con el paladar), nada mejor que acompañarlo de un lacón con grelos, una buena empanada de marisco o una caldeirada de pescado.