Viticultura y resiliencia: cultivar futuro en tiempos inciertos

Por: Toni Ulled, beeletter.org
El cambio climático está transformando profundamente el mundo del vino. Sequías prolongadas, olas de calor, lluvias torrenciales o plagas fuera de temporada afectan ya a los viñedos en muchas regiones del planeta. Frente a este nuevo escenario, cada vez más bodegas y viticultores están apostando por una viticultura resiliente: una forma de cultivo que se adapta a las nuevas condiciones: protege el suelo, reduce emisiones y garantiza la calidad del vino a largo plazo.
¿Qué es la viticultura resiliente?
Es una manera de cultivar la vid que combina tradición, innovación y sostenibilidad para adaptarse a los efectos del cambio climático. Supone cuidar el suelo, usar menos agua, promover la biodiversidad y elegir variedades más resistentes al calor o a la sequía. No se trata solo de sobrevivir, sino de hacerlo mejor.
¿Por qué es importante para el vino y el planeta?
La viticultura no solo depende del clima: también puede ayudar a frenarlo. Los suelos sanos capturan carbono, las cubiertas vegetales reducen la erosión, y una gestión sostenible de la viña puede reducir considerablemente su huella de carbono. Además, los vinos que nacen de estos paisajes resilientes suelen ser más auténticos, con una personalidad que refleja el entorno.
1. Proteger el suelo es proteger el vino
La calidad del vino empieza bajo tierra. Un suelo sano aporta nutrientes, retiene agua y regula la temperatura de las raíces. Evitar el laboreo excesivo, plantar cubiertas vegetales o aplicar compost natural son prácticas que ayudan a mantener ese equilibrio. Muchas bodegas del Priorat y del Penedès han dejado de labrar para evitar la pérdida de suelo por lluvias intensas y aumentar la biodiversidad.

Coberta vegetal a la finca de Mas La Plana, propiedad de Familia Torres
2. Usar menos agua en un clima más seco
El riego excesivo no solo agota acuíferos, también afecta al equilibrio de la vid. En viticultura resiliente se priorizan variedades más adaptadas al calor, se limita el riego al mínimo y se trabaja para aumentar la capacidad del suelo de retener humedad. En regiones como Castilla-La Mancha se están recuperando variedades autóctonas más resistentes a la sequía, como la airén o la garnacha tinta.
3. Biodiversidad en el viñedo: aliados naturales
Cuanto más vivo está un viñedo, más protegido está. Insectos beneficiosos, cubiertas vegetales, setos o árboles cercanos ayudan a regular plagas y enfermedades, reduciendo el uso de pesticidas. También hacen del viñedo un ecosistema más estable frente a cambios extremos. Hay algunas bodegas que instalan cajas nido, setos y colmenas para aumentar la biodiversidad -y su salud- en el viñedo.
4. El cambio empieza en la elección de variedades
Muchas bodegas están redescubriendo uvas antiguas, mejor adaptadas al calor y con menor necesidad hídrica. También se están plantando variedades de maduración más tardía o más resistentes a enfermedades. Por ejemplo, Familia Torres está recuperando uvas prefiloxéricas casi olvidadas como la forcada o la moneu, que muestran gran capacidad de adaptación al cambio climático.
5. Menos emisiones, más futuro
La viticultura puede reducir su impacto ambiental mejorando la eficiencia energética, utilizando energías renovables o reduciendo el uso de fertilizantes de síntesis. Muchas bodegas ya calculan su huella de carbono y trabajan para reducirla cada año. De nuevo, Familia Torres es un buen modelo ya que ha logrado reducir en un 36% las emisiones por botella desde 2008, y busca alcanzar la neutralidad de carbono en 2040.
6. Innovar sin perder la raíz
La resiliencia no significa romper con la tradición. Significa adaptarla. En muchos casos, esto implica combinar conocimientos ancestrales con herramientas modernas: sensores de humedad, satélites para monitorizar la viña, cubiertas vegetales o drones para detectar estrés hídrico para conseguir un modelo de viticultura regenerativa.
7. El papel del consumidor
El vino es una decisión cultural, pero también ambiental. Elegir vinos elaborados con criterios sostenibles es una forma directa de apoyar la resiliencia en el campo. Buscar sellos ecológicos, preguntar por las prácticas del productor o conocer mejor la procedencia del vino son pasos importantes. Plataformas como Spanish Organic Wines ayudan a identificar productores responsables.

Sello de la asociación de las International Wineries for Climate Action
Cultivar futuro, botella a botella
La viticultura resiliente no solo cuida del vino, también cuida del paisaje, del agua y del clima. Es una forma de mirar al futuro con compromiso y responsabilidad, desde la tierra hasta la copa. En tiempos de incertidumbre, cada gesto cuenta. Y cada botella también.