Pirene
JOYA ENOLÓGICA ANCESTRAL
El proyecto de investigación más apasionante en el que estamos inmersos es la recuperación de variedades ancestrales. Lo inició Miguel A. Torres a principios de la década de 1980 con la intención de descubrir cepas sobrevivientes a la filoxera que había devastado el viñedo europeo a finales del siglo XIX. Hoy, la quinta generación está impulsando este proyecto con fuerza con la ambición de elaborar vinos únicos a partir de variedades olvidadas que sean capaces de emocionar. Son pequeñas joyas enológicas que destacan también por su resistencia a la sequía y las altas temperaturas, lo que las hace especialmente interesantes en el nuevo escenario climático. De las más de 50 variedades recuperadas a día de hoy, seis son las que acaparan nuestra atención, como es el caso de la pirene con la que se elabora este monovarietal de producción muy limitada.
La finca de Sant Miquel de Tremp, situada en el Prepirineo, en las cotas más altas del viñedo leridano (950 m de altitud), hoy resulta idónea para contrarrestar los efectos del cambio climático. Con suelos de naturaleza caliza, bien drenados y de elevada permeabilidad, se caracteriza por su marcado clima continental, con una notable amplitud térmica, unas condiciones que permiten mantener la frescura y equilibrio en los vinos. En esta finca del Pallars Jussà, se ha adaptado especialmente bien la pirene, plantada de manera experimental.