SONS DE PRADES

Al amparo de la prestigiosa D.O Conca de Barberà y al abrigo de la Serra de Prades, las viñas de Milmanda crecen y se desarrollan bajo condiciones extremas, bruscos cambios de temperatura que juegan en favor de los aromas varietales.

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Sons de Prades es el fiel reflejo de una región y de su pasado milenario, y a la vez, un magnífico exponente de una enología moderna que consigue sacar a relucir lo mejor de la variedad: intensidad aromática, sólida acidez y un potencial evolutivo de largo recorrido.

LA CONCA DE BARBERÀ

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El Castillo de Milmanda se asienta en una tierra privilegiada, con una historia vitivinícola que se remonta a la época de los romanos. Perteneció a la Orden del Císter, originaria de la Côte d’Or, en la Borgoña, cuna de la chardonnay, y, desde 1174, se incorporó a las posesiones del Monasterio de Poblet, cuyos monjes retomaron el cultivo de la vid.


La región disfruta de un clima mediterráneo, aunque con peculiaridades originadas en las cadenas montañosas que rodean la zona. Mucho calor en verano, frío intenso en invierno, pocas lluvias y más de 2500 horas de sol al año.

SONS DE PRADES: ELABORACIÓN

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A la uva chardonnay toda práctica enológica le sienta de maravilla. Para muestra, Sons de Prades, que fermenta durante doce días en depósito de acero inoxidable y barrica de roble, a partes iguales, y es sometido a una posterior fermentación maloláctica parcial que acaba de redondear el conjunto sin cobrar protagonismo. Después reposa y afina en barrica nueva de roble francés de grano fino durante seis meses.

NOTA DE CATA (añada 2014)
En nariz la fruta brilla con luz propia, así, pera, piña y unas sutiles notas de fruta de hueso conviven con recuerdos de flor silvestre (retama) y a lo lejos, se puede adivinar un rastro cítrico que, sin embargo, se nos antoja muy presente en boca, substancioso y sabroso.

El final es largo, limpio, dejando esa sensación elegante tan varietal. A destacar el enorme potencial evolutivo de este vino: de cuatro a seis años.

SONS DE PRADES Y LA GASTRONOMÍA

La versatilidad de Sons de Prades admite mil variantes gastronómicas con las que podemos jugar: Un arroz caldoso de bogavante, o un más humilde rissotto de setas… Pescados azules grasos como el rodaballo y el salmón, carpaccios de atún o bacalo, quesos curados, un emmental, o un Montsec de leche de cabra, sencillamente delicioso.

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