Más allá del grado y medio de calentamiento

Por Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental (@ecogallego)
En 2024 la temperatura media del planeta superó por primera vez los 1,5°C de aumento. La humanidad avanza hacia un escenario climático insólito.
Los datos científicos contrastados verifican que en 2024 La Tierra marcó récords de temperatura diarios, mensuales y anuales sin precedentes, convirtiéndose en el año más cálido a escala mundial desde que se tienen registros.
Fue el primer año natural en el que la temperatura media del planeta superó en 1,5°C respecto al período 1850-1900, considerado como ‘nivel preindustrial’. En concreto se elevó 0,72°C por encima de la media de la última década. La temperatura media fue incluso 0,12°C más alta que la registrada en 2023: el anterior año más cálido anotado hasta entonces. De hecho, los diez años más cálidos desde que existen registros corresponden a los de la última década.

La tierra se encuentra árida y agrietada como consecuencia de la prolongada sequía
Por meses, excepto junio, todos los meses de 2024 resultaron ser los más cálidos jamás registrados. El mes de junio fue el segundo más cálido tras junio de 2023. A este respecto cabe señalar que, tal y como pronosticaron los expertos, 2025 ha arrancado con la misma tendencia y el pasado mes de enero ha pasado a ser el más cálido de la historia.
Por días, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ratificó el 22 de julio de 2024 como el día más caluroso de la historia desde que se tienen registros, anotando un nuevo récord de temperatura media global: 17,16°C.
La cantidad total de vapor de agua acumulado en la atmósfera también batió todos los registros anteriores, situándose un 5% por encima de la media. Este valor supera en un 1% los dos récords anteriores (2016 y 2023). Según los científicos, esta circunstancia estaría detrás de algunos de los fenómenos meteorológicos más violentos vividos en 2024, como la dana de Valencia. Unos fenómenos cuyos niveles de excepcionalidad solo se explican en un escenario de cambio climático como el que estamos viviendo.
De hecho, los informes realizados tras la tragedia vivida en Valencia han demostrado que una de las principales causas de la magnitud y la extrema virulencia de las precipitaciones registradas en la Comunidad Valencia y otros territorios fue el constante y acentuado aumento de las temperaturas en el Mediterráneo. Un mar recalentado que, como subrayan los informes del IPCC, se ha convertido en una auténtica ‘gasolinera’ atmosférica. Una estación de recarga que aumenta la potencia de las tradicionales gotas frías, propias del clima mediterráneo, provocando que acontezcan con mucha más virulencia y capacidad destructiva.
A nivel global, el año pasado la temperatura media del mar en superficie consignó otro máximo histórico: 20,87°C, más de medio grado por encima de la media registrada en 2023. En Baleares, el agua del mar alcanzó los 31,87°C el 12 de agosto, curiosamente también batió en más de medio grado el récord anterior, alcanzado en 2022. La sincronización de las estadísticas viene a confirmar que estamos ante una situación de emergencia climática a escala planetaria.
La extensión del hielo marino alrededor de la Antártida volvió a alcanzar valores mínimos históricos durante gran parte de 2024. En el Ártico, la capa de hielo marino se mantuvo relativamente estable hasta julio, pero a partir de ahí cayó en picado hasta situarse muy por debajo de la media en los meses siguientes, marcando la quinta extensión más baja desde que se tienen registros.
En Europa, 2024 fue el año más cálido jamás registrado, con una temperatura media de 10,7°C: 1,47°C por encima de la media y, lo que es incluso más significativo, 0,28°C más cálida que el récord anterior, establecido hace tan solo cuatro años. El verano fue especialmente cálido, superando en 1,54°C la media.
Como insisten en señalar los expertos que siguen la evolución de la crisis climática, es cierto: La Tierra ha experimentado muchos cambios climáticos a lo largo de sus más de 4.500 millones de años de existencia, pero nunca lo había hecho con nosotros en ella.

Rama de cepa con el cielo de fondo
Las concentraciones de CO2 en la atmósfera son ya de 422,5 partes por millón (ppm). La especie humana jamás había habitado bajo una atmósfera con tan altos niveles. Y sabemos que esas altas concentraciones se deben principalmente al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provocadas por el incesante aumento de la quema de combustibles fósiles: gas natural, petróleo y carbón.
Según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus, el programa de observación de la Tierra de la Unión Europea, en coincidencia con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) y la NASA, el cambio climático de origen antrópico, es decir provocado por las actividades humanas, fue el principal causante de las temperaturas extremas del aire y la superficie del mar registradas en 2024, mientras que otros factores, como el fenómeno de ‘El Niño’ iniciaban una transición hacia condiciones mucho más neutras.
La crisis climática está evolucionando hacia los peores escenarios previstos por los expertos: aquellos en los que las emisiones de GEI lejos de contenerse y retroceder, siguen en aumento. De hecho, las emisiones procedentes de la quema de combustibles fósiles aumentaron en 2024 un 0,8% respecto a 2023, año en el que también se habían incrementado. La solución a esta crisis sigue estando en el abandono de los combustibles fósiles. No en la reducción, en el abandono. Otra cosa es que en el escenario político actual eso vaya a ser posible. Vivimos tiempos de incertidumbre.