La importancia de los comederos de jardín
Por Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental (@ecogallego)
Cuando las temperaturas caen bajo cero y los parques y jardines se cubren de escarcha, los pájaros que viven en nuestras ciudades y pueblos, como herrerillos, carboneros, currucas, petirrojos o reyezuelos, ven reducidas sus posibilidades de conseguir alimento y con ello su oportunidad de superar el invierno.
Además, la mayoría de estas especies son aves migratorias que arriban a nuestros bosques procedentes del norte de Europa, donde el hielo y la nieve se extienden por los campos y clausura la actividad de la vida silvestre. Debido ello se ven obligados a abandonar sus áreas de cría y migrar hacia el sur.
Al llegar hasta aquí estos delicados pajarillos (el reyezuelo por ejemplo apenas supera los cinco gramos) están exhaustos. Tras volar durante días para cubrir los miles de kilómetros que separan Escandinavia de la Península Ibérica, arriban con sus energías al límite, por lo que necesitan empezar a comer cuanto antes para poder recuperarse. Pero si el hielo y la nieve también cubren nuestros paisajes, las posibilidades de supervivencia son muy escasas.
Por eso es tan oportuno echarles una mano facilitándoles el alimento indispensable para que puedan sobrevivir. Una tarea que resulta muy sencilla: basta con disponer de un pequeño espacio en el jardín, la terraza, el balcón o incluso en el alféizar de la ventana para ubicar un sencillo comedero para aves silvestres. De ese modo, además de ayudarles a sobrellevar las bajas temperaturas, podremos disfrutar de su agradable compañía en libertad.
Caseta casera con una curruca capirotada. Fotografía de: Jose Luis Gallego
En los centros de jardinería y en algunas tiendas especializadas existen todo tipo de comederos a la venta. También podemos adquirirlos a través de las diversas páginas de comercio electrónico que hay en internet. La organización conservacionista SEO/BirdLife, que dedica buena parte de su labor al estudio y la protección de las aves silvestres y su hábitat, dispone de varios modelos en su tienda on-line. Pero siempre podemos construirlo nosotros mismos reciclando materiales caseros.
Por ejemplo, podemos reutilizar la tapa de una vieja caja de vinos de madera, bastará añadirle con cola o unos clavos unas simples tablillas en las cantoneras para evitar que se caiga la comida. Una opción incluso más simple es atravesar con un alambre rígido unos cuantos cacahuetes con cáscara y colgarlo de una rama del jardín o de la barandilla del balcón.
Si tenemos paciencia lograremos atraer a herrerillos y carboneros, que sienten auténtica pasión por estos frutos secos. Resulta muy divertido ver como picotean la cáscara hasta dar con el interior y dejar en el alambre la ristra de cáscaras vacías.
También podemos hacer una bola con sebo y clavarle con los dedos diferentes tipos de semillas, almendras y nueces o uvas pasas. Si la colocamos en un lugar discreto y vivimos cerca de un parque urbano o una arboleda de las afueras podemos tener la suerte de que acuda el bellísimo petirrojo o el no menos espectacular trepador azul. En todo caso siempre deberá estar alejado de la amenazante presencia de los gatos, que para las aves silvestres son un elemento disuasorio.
herrerillo capuchino. Fotografía de: Jose Luis Gallego
Respecto al tipo de alimento que podemos aportar al comedero desde SEO/BirdLife nos recuerdan que el pan seco, la bollería y los restos de comida procesada no son recomendables por la gran cantidad de aditivos que portan y que pueden alterar el funcionamiento de su delicado organismo.
También debemos evitar todo aquello que contenga sal, incluidos los frutos secos fritos o salados, o que tenga un exceso de azúcar, como los restos de dulces navideños. Hay que tener en cuenta que se trata de aves insectívoras a las que estamos ayudando de manera puntual a superar los rigores del invierno, por lo que no debemos acostumbrarlas a ingerir un tipo de alimentos que no les convienen.
¡Ah! muy importante, sea cual sea el tipo de comedero que utilicemos, es necesario lavarlo de vez en cuando para evitar el contagio de enfermedades como la causada por la bacteria Suttonella ornithocola. Este tipo de contagio, totalmente inocuo para las personas o los animales domésticos, afecta especialmente herrerillos y carboneros, dos de los grupos de especies más frecuentes en los comederos.