Motivos para el optimismo climático

Mientras los informes de los científicos que siguen la evolución de la crisis climática indican que podríamos estar avanzando hacia los peores escenarios, la respuesta internacional parece que por fin empieza a estar a la altura de las circunstancias.

En el nuevo escenario político, y bajo el indiscutible liderazgo de la Unión Europea y su Green Deal, Estados Unidos y China han anunciado que reactivarán sus políticas medioambientales para avanzar hacia una economía neutra en carbono antes de 2050 (10 años más tarde en el caso del gigante asiático). Hay que recordar que estas tres potencias suman más de la mitad de las emisiones globales de CO2.

Respecto a España, mientras a principios del año pasado declaraba la emergencia climática, en estos días supera el último trámite parlamentario la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, por la que deberá alcanzar la neutralidad climática no más tarde de 2050.

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Placas fotovoltaicas de Familia Torres

Hacia ese objetivo, en 2030 las emisiones del conjunto de la economía española deberán reducirse en al menos un 20% respecto al año 1990. Para lograrlo en ese año el 35% de la energía deberá ser ya de origen renovable, con el objetivo de que antes de 2050 las energías limpias abastezcan el 100% del consumo eléctrico.

Pero si la acción climática de los gobiernos parece haber acelerado por fin el ritmo, en el caso de las empresas el nivel de compromiso es aún mayor. El sector productivo está viviendo una auténtica revolución sostenible. El respeto al medio ambiente y la reducción de emisiones se han convertido en factores de competitividad ante un consumidor cada vez más sensibilizado con el cuidado del planeta y la crisis climática.

Las grandes compañías están revisando sus procesos de producción para detectar las posibilidades de aplicar medidas correctoras para reducir su huella de carbono y contribuir a la mitigación del calentamiento global.


Uno de los mejores ejemplos de ello es el proyecto de agricultura del carbono (Carbon Farming) que está llevando a cabo la bodega Jean Leon, de Familia Torres, en colaboración con el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) para evaluar la capacidad de los viñedos para absorber CO2 y fijarlo en el suelo, lo que contribuiría a reducir su concentración en la atmosfera.

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Cubiertas vegetales (espontáneas o sembradas) en los viñedos de la bodega de Jean Leon

Y junto a todo ello cabe destacar el aumento de la conciencia medioambiental de la sociedad, algo que no dejan de señalar todos los sondeos de opinión que se están realizando en los últimos meses.

Como la macroencuesta de la ONU y la Universidad de Oxford llevada a cabo a finales de 2020 (es decir en plena pandemia) sobre un universo de 1, 2 millones de ciudadanos, cuyos resultados destacan que el cambio climático es la primera preocupación de futuro para el 68% de los encuestados.

Todos estos datos invitan a mantener la esperanza respecto al mayor reto al que se enfrenta la humanidad. Un reto ante el que el tiempo de la reflexión debe dar paso a un nuevo tiempo para la acción, a todos los niveles: político, institucional, económico y social.