¡Te lo comes con patatas!

Le debemos mucho a la patata. No sería exagerado decir que su inclusión en la dieta europea nos hizo más altos y más fuertes... (¡Pero no más guapos!)
Alimento de enorme base nutricional, es posiblemente el más versátil en sus posibilidades. Así, creemos que nuestro querido tubérculo bien merece un sentido homenaje en forma de artículo para explorar brevemente sus posibilidades con el vino.
De modo que ahí van nuestros 4 maridajes pensados para l@s más patater@s:
1. Patatas a la riojana
Para los que no conozcáis esta receta, se trata de un guiso de patata que habitualmente cuenta entre sus ingredientes principales con chorizo, pimientos choriceros, pimentón y laurel…
Esta potente combinación de sabores necesita de un tinto estructurado, con suficiente carga tánica para mantener dicha estructura pero sin el protagonismo en boca como para alterar los sabores del plato. Y sabéis qué… nuestro Celeste Crianza, cumple con los requisitos. ¡Probad, probad!
2. Tortilla de patatas
Nuestra eterna tortilla. La de siempre, la que va sin apellidos, la que no los necesita… Con cebolla, sin cebolla, con la patata cruda o muy hecha, da igual cómo y cuándo. La gran ventaja de este clásico español es que admite desde blancos con cuerpo y paso por barrica, rosados y hasta tintos jóvenes con escasa crianza.
¿Nuestra propuesta? Atrium Chardonnay, De Casta rosado, Coronas, Celeste Roble o el caballo ganador habitual, Gran Coronas.
3. Ñoquis de patata en salsa gorgonzola
Textura cremosa y sabor intenso podrían describir a este plato. Un plato apto para paladares de todo el mundo. Por ello recomendamos un blanco con notas perceptibles de maloláctica y de cierto paso por roble: ¿Pensamos en lo mismo, cierto? Fransola
Aunque aquí también pueden jugar los rosados de buena acidez.
4. Y… ¿para las bravas?
Las reinas del tapeo no suelen agradecer la compañía del vino, no nos engañemos. No obstante y como sabemos que tenéis espíritu aventurero os animamos a que las probéis con un tinto con cierto grado de carbónico, no necesariamente espumoso.
Quizás las burbujas obren el milagro y descubráis un maridaje único e irrepetible. Mientras tanto y sin que sirva de precedente, podéis seguir con los rebujitos, la cervecita y los tintos de verano…