¿QUÉ VINOS TOMAR EN UNA TERRAZA?
Quizás sea el “terraceo”, el compartir conversación y buen vino una suerte de herencia de los viejas e interminables sobremesas, adaptado a toda suerte de discursos y emociones. Porque el vino no juzga. Siempre en moderación, el vino acompaña, propicia apegos y acorta distancias. Un encuentro con los nuestros para celebrar el hoy y el ahora.
Disfrutando de una copa de un vino blanco, Clos Ancestral Blanco, en una terraza.
De las mesas propias a las calles, el vino ha pasado de formar parte de nuestra alimentación a convertirse en un elemento para la comunicación entre las personas. El protagonismo del vino como factor de cohesión de social se vertebra desde una evolución que nace de la liturgia y los rituales, del vino como elemento simbólico hasta la consolidación de la cultura vinícola en todas las capas de la sociedad.
Pero... ¿qué perfil de vino es el más adecuado para nuestros momentos de terraza?
En los encuentros desenfadados con nuestra gente, no es momento para una cata o análisis y debates de corte enológico. Todo gira alrededor de la compañía, del momento. Los vinos deben adoptar un papel a modo de complemento, porque los protagonistas somos nosotros y los nuestros. Entonces:
- Vinos amables, sin grandes pretensiones o complejidad. Sin aristas, redondos y que huyen de lo “autoral”. Descartemos vinos de riesgo, sin filtrar, o de corte experimental. Vinos excepcionales, sin duda, pero requieren de una atención técnica y protocolos de cata que no encajan ni dejan espacio al verdadero propósito del terraceo.
- Vinos versátiles, que se adapten al clásico picoteo: Para acertar sí o sí, tomad nota: Rosados, blancos de crianza parcial, sutil, para compensar un posible exceso de acidez; tintos jóvenes de tanino tímido, sin sensación astringente.
- La madera debe tener un papel sutil, si marcar en exceso. Para ello, los vinos de poca crianza y/o guarda en botella son una excelente opción. Dejando aflorar su perfil más varietal, frutal y aromático, que completará y sumará un plus hedonista a tus encuentros.
- Vinos de graduación alcohólica moderada, porque siempre queremos repetir. Y en la moderación está la virtud.
- Hoy, los espumosos rosados son pura tendencia. Su versatilidad y amabilidad organoléptica otorgan ese glamur no buscado pero que siempre se agradece. Además, a la vista son hipnóticamente bellos.
Disfrutando de Celeste Crianza, acompañado de unas tapas de aceitunas y quesos.
Las tendencias de consumo actuales orbitan sobre la preocupación por el medio ambiente; una mayor consciencia social y una suerte de arqueología de lo artesanal vinculada a lo emocional, que busca aferrarse a la sencillez de un pasado desnudo, desprovisto de artificios y superficialidad. Variedades locales, de poca graduación, que dan color y vida a nuestros rincones favoritos.
El vino ha transitado con los años de elemento ritual para unos pocos, a convertirse en hedonista testigo y aglutinador social que llega a todos en nuestros días. Porque cuando el vino sale a la calle completa su propósito más anhelado: compartir y celebrar la vida.