Gran pavón: la polilla más grande de Europa

15 Mayo 2023
Polilla

Por Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental (@ecogallego)

Los paseos de medianoche bajo la luna de mayo ofrecen al amante de la naturaleza algunos de los momentos más encantadores en el campo. Y una de las principales sorpresas nos la sirven las grandes mariposas nocturnas, también conocidas como ‘polillas’. Estos lepidópteros comparten clasificación con el resto de las mariposas diurnas, compitiendo con ellas tanto en belleza como en exuberancia de formas.

 

Gran pavón
Ejemplar de gran pavón en un árbol  

 

Echen un vistazo a la imagen que nos acompaña y comprobarán hasta qué punto eso es así. En este caso se trata de una de las especies más espectaculares: el famoso gran pavón (Saturnia Pyri), la polilla o mariposa nocturna más grande de toda Europa. Puede llegar a medir 17 centímetros de envergadura, que es la distancia de punta a punta de ala.

Fíjense en esos ocelos con forma de ‘ojos’ que muestra en las alas y que llaman tanto la atención: son un recurso de supervivencia tan eficaz como sorprendente. Se trata de un viejo truco evolutivo con el que el gran pavón logra intimidar a sus posibles predadores. En realidad, son una especie de tatuaje que muestra sobre las alas para que parezcan ojos de búho. De ese modo actúan como elemento disuasorio ante el posible ataque de una rapaz nocturna, que la confundirá con un congénere.  

Otro de los rasgos más destacados de su fisonomía es esa especie de plumas que decoran la cabeza del macho. Tampoco son plumas, sino las antenas del macho: unos sofisticados órganos sensoriales que juegan un papel fundamental en la fase de reproducción de la especie, pues gracias a ellos los machos son capaces de detectar las feromonas que liberan a las hembras hasta a diez kilómetros de distancia.  

Pero como todas las polillas, y el resto de los lepidópteros en general, nuestra querida mariposa nocturna tiene los días contados, y nunca mejor dicho. La fase de mariposa es en realidad la última de las que atraviesa este espectacular insecto, que primero fue oruga, luego crisálida, después imago y finalmente polilla.  

 

Gran pavón
Ejemplar de gran pavón en una rama

 

En el caso del gran pavón, esa larga metamorfosis tiene lugar durante varios años, pero la vida de la polilla apenas alcanza una semana. Llegada a esta etapa de su desarrollo biológico, su única misión es reproducirse: poner los huevos y morir. Es tan fugaz su existencia que por no tener no tiene ni aparato digestivo, pues no lo necesita. 

Durante los últimos días de su vida nuestra protagonista no come, no bebe ni se desplaza en busca de un lugar propicio en el que establecer su territorio. Siguiendo el mandato genético de cumplir con el ciclo vital y dar lugar a nuevas vidas, volará durante toda la noche hasta encontrar un tronco de árbol de alguna de las especies a las que se asocia para realizar la puesta y morir.  

El gran pavón habita principalmente en bosques caducifolios de montaña: desde las comarcas de interior y las serranías prelitorales, hasta las cordilleras del norte peninsular, dónde resulta más frecuente observarla. Muestra una querencia especial por los bosques de hayas, sauces, álamos, olmos y chopos, de cuyas hojas se alimentan las orugas. Pero también puede llegar a realizar las puestas en especies frutales, especialmente las del género Prunus.   

Los adultos vuelan principalmente en mayo, pudiendo hacerlo hasta los primeros días de junio. En cualquier caso, cada individuo no alcanza más de una semana de vida. Realizan el mayor número de puestas hacia final de mes: La hembra es capaz de depositar hasta 250 huevos. Las pequeñas orugas empiezan a alimentarse de las hojas del árbol huésped en cuanto salen al exterior, desarrollándose a una gran velocidad. 

Una vez alcanzado el tamaño adecuado, hacia el mes de agosto, transformada en una gruesa y alargada oruga (puede rondar los veinte centímetros de longitud) de color verde chillón, con unas ostentosas y peludas protuberancias azules, deja de alimentarse e inicia su siguiente fase. Para ello buscará un lugar seguro en el que arrinconarse y tejer un capullo alrededor suyo, hasta envolverse por completo. La crisálida puede detener su desarrollo (un mecanismo llamado diapausa) en función de la meteorología, permaneciendo en el interior del capullo hasta tres años en espera del buen tiempo. 

Tal vez sea ese carácter efímero de las mariposas en general, y del gran pavón en particular, lo que convierte a estos grandes “lienzos con alas” (así las definió el gran entomólogo británico Michel Chinery) en uno de los animales favoritos para buena parte de los naturalistas aficionados, entre los que me incluyo. Una admiración que se convierte en preocupación ante el grave y continuado descenso que están experimentando estas maravillosas criaturas en los últimos años.  

El uso de plaguicidas y herbicidas, agrarios y forestales ha puesto contra las cuerdas a buena parte de las mariposas, hasta el punto de enrarecer la presencia de numerosas especies, entre ellas gran pavón: cada vez más escasa y difícil de observar. Otro aspecto que amenaza su existencia es el coleccionismo. Por eso hay que recordar la necesidad de respetar a las mariposas al salir al campo y nunca, sea cual sea nuestro objetivo, capturarlas ni molestarlas con persecuciones, pues podríamos interrumpir su intento de reproducción y dar al traste con su increíble carrera evolutiva, el prodigioso esfuerzo biológico de la metamorfosis que les acabo de narrar.