EL VINO EN LA FICCIÓN

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Consumo, Usos y Costumbres 

Desde ser una musa y fuente de inspiración hasta convertirse en un objeto cultural en sí mismo, la interacción entre las diversas formas de arte y la cultura del vino ha evolucionado desde el siglo XX hasta la actualidad. Esta relación se distingue por su naturaleza transversal, con el vino desempeñando un papel central y universal, tanto como tema como protagonista. 

El vino entrelaza episodios históricos con disciplinas tan variadas como omnipresentes en nuestro día a día. Desde las artes gráficas, el cine, el teatro y la televisión, hasta la música y la literatura; pasando por la publicidad y una amplia gama de expresiones culturales; todas han contribuido, con el impulso de la era digital, a forjar una nueva percepción y realidad en la representación del vino dentro del arte contemporáneo. Especialmente en la ficción audiovisual, el vino ha ganado un espacio destacado, convirtiéndose en un elemento popular y accesible, que ha pasado de ser disfrutado por unos pocos a ser parte de la cultura de masas. 

 

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El Vino en el Cine 

  • La idea de que el cine refleja la vida es un axioma ampliamente aceptado. Resulta natural que guionistas y directores, reconocidos por su afición a la gastronomía, incorporen en sus obras su pasión por la buena mesa y los placeres de una copa de càlida.  
  • Quizás sea el maestro del suspense Alfred Hitchcock quien mejor exhibe sus conocimientos y gustos enológicos en sus obras. Así, en “La Soga” (1948), John Dall brinda con champán para celebrar un crimen. “El asesinato -dice- también puede ser un arte”. 
  • El director británico, todo un sibarita quiso que el vino tuviera un papel protagonista en su espléndida “Encadenados” (1946), donde Cary Grant descubre por accidente quedan botella de Pomar 1934m, en realidad contiene uranio almacenado por espías nazis.  
  • Otro grande de la historia del cine, Federico Fellini, planteó una analogía histórica entre vino y cine: 

“Un buen vino es como un buen filme; dura un instante y te deja en la boca un sabor a gloria; nuevo en cada sorbo, y como ocurre en las películas, nace y renace en cada paladar”.  

California, Cine y Vino 

  • Hollywood, debido a la proximidad, deposita su confianza en los vinos de California. En este sentido, es especialmente significativa la comedia dramática “Guerra de Vinos” (2009) en la que Alan Rickman da vida a Steven Spurrier, el famoso enólogo británico. La película narra (con ciertas licencias creativas) el llamado “juicio de París”, un memorable concurso en 1976 en el que los vinos de Napa Valley batieron a los vinos franceses por primera vez (algo que también consiguió Mas la Plana de Familia Torres, entonces conocido como Gran Coronas Etiqueta Negra.  
  • Otro clásico de culto basado en el vino californiano es “Entre Copas” (2004) del magnífico Alexander Payne. La película narra el viaje de dos amigos para celebrar el inminente enlace de uno de ellos. Miles y Jack. En el Valle de Santa Ynez, se desarrolla la confrontación actoral y el conflicto narrativo descansa en el vino: Jack acepta un merlot de segunda categoría, mientras Miles aspira a degustar el pinot noir más perfecto que pueda encontrar, y así lo verbaliza al personaje de Maya, a la que aspira seducir mediante sus supuestos conocimientos enológicos. La película fue todo un boom para los vinos elaborados con pinot noir, que dispararon las ventas en la zona.  
  • A modo de anécdota, tras la fama conseguida por “El Padrino”, Francis Ford Coppola adquirió en 1975 la propiedad de Gustave Niebaum en Rutherford. En la actualidad también es dueño de las antiguas bodegas Inglenook, y, de hecho, financia parte de sus proyectos cinematográficos con los ingresos que genera la bodega. 

Cine, TV y Plataformas de Contenido 

  • La cotidianidad del vino ha llegado a nuestras vidas de la mano de las múltiples series y sitcoms (comedias de situación) que pueblan nuestras pantallas. Donde el vino representa un refugio hedonista; la afirmación del bienestar, la socialización genérica entre vecinos y amigos. Sin duda, un gran y certero paso que acerca a nuestro objeto de deseo al gran público. Ello incluye a los jóvenes adultos, futuros responsables de la transmisión y amor del/por el vino que ven como sus queridos Hobbits cultivan la vid en la Comarca; o como en el Juego de Tronos de George R. R. Martin, las distintas regiones de su imaginario elaboran diferentes vinos. 

“…Los tintos del Dominio y del Dorne cuyo vino fuerte es oscuro como la sangre y dulce como la venganza….” 

  • Las series de televisión son, indiscutiblemente, el boom de nuestros días, si bien en lo que al consumo de vino se refiere, parece que queda camino por recorrer, de Mad Men a Big Bang Theory, no importa el género. La tendencia consiste en hacer jugar al vino un rol apaciguador, sedante, buscando en él la respuesta (socialmente aceptada) a todo tipo de problemas que acosan a los protagonistas y que encuentran en el vino un lugar común de consuelo y/o base para su socialización. 
  • Parece lo anterior una afirmación algo simplista, pero si ampliamos el foco, veremos que todavía existe una suerte de códigos de conducta en los personajes que se ven acentuados por el tipo de vinos que éstos consumen en la ficción.  
  • Así, vemos que el consumo de vino blanco (independientemente del género) es utilizado en los momentos de bienestar, desvestidos de toda tensión narrativa; véase, una charla informal entre amigos/as, una copa mientras el personaje cocina, etc. normalmente de día; lo que transfiere en la percepción del espectador esa sensación de sano bienestar.  

Por el contrario, el vino tinto, parece ser consumido en circunstancias más lúgubres, a modo de reacción, de consuelo tras un hecho traumático para el personaje; momentos de profunda introspección; o buscando ebriedad, a modo de supervivencia emocional. Tensión y desazón. En soledad. O, por lo contrario, como herramienta de ostentación de lujo y sofisticación, en sociedad. 

  • Por supuesto, es una reflexión generalista y existen muchas excepciones. Por suerte, cada día más. Lo que sí parece no cambiar es el timming del consumo: blanco de día, tinto de noche, algo que parece aferrado a la narrativa audiovisual. Insistimos, excepciones mediante.  

Del mismo modo que el cine imita a la vida, el vino parece ser un elemento narrativo cuyos usos y costumbres han ido cambiando con los años. Y es que la vida, como el cine, con vino, es más soportable.