De sequías a inundaciones: el clima de los extremos

Terreno seco provocado por la sequía 

Por Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental (@ecogallego) 

Las abundantes precipitaciones del pasado mes de marzo, uno de los marzos más lluviosos en lo que va de siglo, han supuesto un alivio a la situación de sequía que venía padeciendo la Península Ibérica. Sin embargo, tal y como señalan los expertos, eso no significa que podamos dar por finalizado un fenómeno que, lejos de ser puntual, se ha convertido en rasgo característico del nuevo modelo climático hacia el que estamos avanzando como consecuencia del calentamiento global.  

Un modelo en el que los fenómenos meteorológicos que hasta ahora venían caracterizando al clima mediterráneo se están tornando cada vez más extremos. Donde los períodos de sequía son cada vez más extremos y dan paso a danas explosivas, como la que afectó a Valencia el pasado mes de octubre, o a intervalos de fuertes lluvias que pueden prolongarse durante semanas.  

Un nuevo escenario climático en el que las olas de calor extremo durante las que se baten records de altas temperaturas, contrastan con episodios repentinos de frio intenso y copiosas nevadas, como ocurrió en 2021 con el paso de la borrasca Filomena, que congeló el centro peninsular llegando a acumular hasta medio metro de nieve en las calles de Madrid.  

Espigas mojadas por gotas de lluvia 
Espigas mojadas por gotas de lluvia 

Los científicos que analizan y evalúan el alcance de la crisis climática llevan décadas advirtiendo de que estos hechos van a ser cada vez más habituales y más graves, especialmente en el sur de Europa. En 2023, el Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) establecía, con una ‘confianza muy alta’ que, con independencia de cómo evolucione el calentamiento a escala global, las temperaturas aumentarán en todos los países europeos a un ritmo muy superior a la variación media global, especialmente en el Mediterráneo.  

Como consecuencia, según este prestigioso panel de expertos, la frecuencia e intensidad de los episodios de calor extremo, incluidas las olas de calor marinas, aumentarán en las próximas décadas sea cual sea el escenario de emisiones de gases de efecto invernadero, hasta superar muy probablemente el umbral crítico de los 2°C de aumento de las temperaturas medias hacia 2030. 

Terreno seco provocado por la sequía 
Terreno seco provocado por la sequía 

Asimismo, el último informe del IPCC alerta de una disminución de las precipitaciones en verano en el Mediterráneo que se extenderá a las regiones del norte de Europa. Un escenario que, como consecuencia del aumento de la temperatura del mar, irá acompañado de un incremento de las precipitaciones extremas y las inundaciones por riadas que no solo se darán  en otoño, sino en cualquier época del año. Algo que pondrá en peligro la mayoría de las infraestructuras urbanas y de transporte, los equipamientos y las viviendas, pues se construyeron basándose en valores históricos de precipitación cuyos umbrales máximos se están viendo ampliamente superados. 

Un año después de dicho informe, los datos contrastados confirmaban el pronóstico de los científicos. 2024 ha sido el año más cálido desde que se tienen registros. La Tierra marcó récords de temperatura diarios, mensuales y anuales sin precedentes. Fue el primer año natural en el que la temperatura del planeta superó en 1,5°C la media correspondiente al período preindustrial (1850-1900): esa frontera que para la que el mundo se conjuró con la firma del Acuerdo de París. De hecho fue incluso 0,12°C más alta que la registrada el año anterior, 2023, que hasta entonces era el más cálido hasta entonces. Y es que los diez años más cálidos desde que existen registros corresponden a los de la última década. 

Una tendencia que no solo se mantiene este año, sino que se mantiene al alza. Así, el pasado mes de enero fue el más cálido jamás registrado, marcando un nuevo récord de aumento de la temperatura media global: 1,75°C por encima de la del período preindustrial. Febrero fue el tercero más cálido, marcando un aumento de 1,6°C. Dos apuntes que consolidan la tendencia al alza de la temperatura en 2025 y constatan la situación de emergencia climática.     

Terreno seco provocado por la sequía 
Terreno seco provocado por la sequía 

Tras este proceso, que los científicos califican como “irrefutable e irreversible”, está el contante aumento de las concentraciones de CO2 en la atmósfera, que actualmente superan las 427 partes por millón (ppm). La especie humana jamás había habitado bajo una atmósfera con tan altos niveles de CO2. Un incremento debido al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provocadas por la quema de combustibles fósiles: gas natural, petróleo y carbón. Unas emisiones que, lejos de disminuir, en 2024 aumentaron un 0,8% respecto a 2023, año en el que también habían crecido. 

Como estamos constatando en los países mediterráneos, la crisis climática evoluciona hacia los escenarios más inciertos y menos confortables, aquellos en los que los fenómenos meteorológicos extremos se intensifican cada vez más. Es el clima de los extremos: en el que pasamos de las olas de calor a las de frío batiendo récords por ambos lados; de las sequías a las inundaciones en apenas unas semanas. Y mientras no logremos avanzar hacia un modelo de desarrollo bajo en carbono, mientras no seamos capaces de alcanzar un gran pacto mundial para el abandono de las energías fósiles, esos extremos se irán agravando condenándonos a la incertidumbre.