Aunque tengamos los embalses llenos, hay que seguir ahorrando agua 

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Por Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental (@ecogallego)

Los científicos que estudian la evolución del cambio climático llevan décadas alertando sobre la acentuación de las fases de excepcionalidad en los regímenes pluviométricos y termométricos en el área del Mediterráneo. Un fenómeno que los expertos asocian directamente con el calentamiento global del planeta y que, según todos los informes que elaboran, va a ir a más en los próximos años.

Aunque resulta imposible determinar cuándo van a suceder dichas irregularidades y cuál será su grado de excepción, todos los modelos climáticos elaborados para nuestra región recogen ese fenómeno y alertan de sus consecuencias: largos y rigurosos episodios de sequía, acompañados de intensas olas de calor, a los que sucederán períodos de fuertes precipitaciones que generarán graves inundaciones que pondrán a prueba la resiliencia de infraestructuras y viviendas y supondrán una amenaza para la seguridad ciudadana.   

Por todo ello, aunque el paso continuado de borrascas haya llenado nuestros embalses, aunque los ríos estén marcando máximos de caudal y los acuíferos se estén recuperando, debemos tener muy presente esta alerta de los expertos y gestionar las nuevas reservas de las que disponemos con la máxima prudencia y sin olvidar el escenario de emergencia climática en el que nos encontramos. De lo que se trata es de seguir promoviendo un consumo responsable basado en la moderación y la eficiencia y de mantener vivo el discurso del ahorro para afrontar los próximos avatares climáticos con mejor disposición. 

Imagen del río Duero, en su paso por la DOCa Rioja
Imagen del río Duero, en su paso por la DOCa Rioja

La prevención es la mejor estrategia para hacer frente a la incertidumbre climática que nos acecha. Debemos mantener el camino emprendido en los últimos años para avanzar hacia una optimización del recurso agua en todos los usos que nos presta, empezando claro está por el principal: el riego agrícola, que acapara más de tres cuartas partes del consumo total de agua en nuestro país.

La mejora de los sistemas de regadío y la modernización de las técnicas de cultivo son dos herramientas clave para avanzar hacia un uso más eficaz del agua en el campo basado en el ahorro. Cualquier esfuerzo realizado en ese sentido superará con creces los distintos ahorros que se puedan obtener en otro tipo de usos: industrial, urbano o doméstico. Por eso es necesario que las administraciones faciliten y apoyen la implementación urgente de dichas medidas en las explotaciones agrícolas y que los agricultores atiendan a la necesidad de adaptarse al nuevo escenario climático hacia el que avanzamos. 

El objetivo es lograr que el sector agrícola, del que depende nuestro abastecimiento de alimentos y al que debemos prestar mayor atención, pueda realizar un uso más responsable de este recurso básico, con la mayor eficiencia posible. Para ello lo primero y fundamental es atender a las limitaciones de disponibilidad del recurso antes de elegir la variedad de cultivo, anteponiendo lo primero a lo segundo y no al contrario. Pero aún así, si atendemos a lo que señalan los informes sobre cambio climático, cada vez más variedades de cultivo van a tener que entrar en regadío para que resulten viables. Incluido el cultivo de la vid.  

En ese sentido la técnica de riego por goteo bajo superficie ha representado uno de los mejores avances hacia una agricultura más sostenible desde el punto de vista hídrico. Enterrado a una profundidad de unos treinta centímetros, este sistema de riego, muy extendido ya en California y del todo generalizado en Israel, permite alimentar directamente a la raíz con la mínima cantidad de agua (ni más ni menos de la que precisa) mientras la superficie de cultivo permanece seca. Un hecho que, además, evita el empleo de fungicidas para combatir los hongos como consecuencia del embalsamiento y la humedad que provoca el riego en superficie. 

Pero antes de atender a las técnicas de riego, es importante revisar y adaptar las propias técnicas de cultivo al nuevo escenario climático. Y una de las mejores estrategias a tal fin sería promover las buenas prácticas hacia una agricultura regenerativa: una tendencia mundial para avanzar hacia una producción más sostenible de alimentos basada en las soluciones que nos ofrece la propia naturaleza.

Viñedo de Mas La Plana, propiedad de Familia Torres
Viñedo de Mas La Plana, propiedad de Familia Torres

La agricultura regenerativa persigue, entre otros fines, proteger la salud del suelo para renaturalizar los campos y preservar los recursos hídricos. Dos objetivos que entroncan con la tarea de hacer frente a las dos principales crisis a las que nos enfrentamos (que en realidad son la misma): la crisis climática, y la crisis de biodiversidad.