Ampelis, el pájaro que surgió del frío
Por Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental @ecogallego
En los inviernos muy fríos, cuando las masas de aire polar se instalan en el norte de Europa y los termómetros se precipitan bajo cero, las condiciones de vida se hacen especialmente duras para las aves silvestres. Durante semanas las fuertes ventiscas, el hielo y la nieve acaban por congelar los campos, la producción de bayas y frutos silvestres se desploma y apenas queda alimento para los pájaros.
En esas circunstancias la respuesta más oportuna es huir, volar hacia territorios más propicios donde superar los rigores invernales para retornar en primavera. Por eso en circunstancias tan adversas muchas especies boreales, impropias de nuestros paisajes, deciden desplazarse hacia estas latitudes en busca de refugio. En tales ocasiones la naturaleza nos brinda la insólita oportunidad de observar a uno de los pájaros más fascinantes de toda Eurasia: el ampelis europeo.
Ejemplar de ampelis posado en una rama
Su aspecto es inconfundible. De silueta rechoncha, el ampelis, al que los científicos clasifican con el nombre de Bombycilla garrulus, tiene el plumaje del dorso de un elegante color gris tormenta, ligeramente parduzco hacia los hombros. Una coloración bastante uniforme en la que destaca sobremanera el amarillo limón del extremo de la cola y los flancos de las alas, que actúa como un auténtico semáforo, así como las puntas de vivo color rojo coral que muestra hacia su mitad y que parecen varillas de cera.
El plumaje del pecho, mucho más claro, aparece casi siempre henchido, como si fuera de seda y algodón, lo que le permite resguardarse de las bajas temperaturas. Esa es la razón por la que muchos anoraks de alta montaña están confeccionados con plumas: porque son un calefactor natural.
La cabeza del ampelis es un portento: ancha y sobredimensionada, aparece finamente tocada con un penacho de plumas trasero. La coloración de su plumaje va aquí de la caoba al anaranjado, en contraste con el antifaz y la gorgera de un intenso color negro azabache. Los ojos aparecen remarcados por una fina línea blanca bajo el párpado inferior. Tiene el pico corto y de color negro.
Respecto a su distribución, el ampelis europeo es una especie propia de los extensos abedulares, abetales y el resto de los bosques de coníferas que se extienden por la taiga rusa y escandinava, donde tiene establecida su área de cría. Durante el período estival llega a adentrarse incluso en la tundra, la vasta región que se despliega más allá del círculo polar ártico, donde en verano abundan las zonas pantanosas y, por lo tanto, se concentra una enorme variedad de insectos, lo que le garantiza el acceso al alimento durante su período reproductor.
En invierno el ampelis se torna básicamente vegetariano y se instala en los bosques en los que abundan las ricas y suculentas bayas silvestres, por las que siente tanta devoción que en buena parte de sus fotos aparece con una en el pico o junto a uno de los arbustos que las producen. En lo más crudo del invierno, cuando incluso este alimento empieza a escasear, los ampelis realizan desplazamientos migratorios hacia el sur, aunque difícilmente descienden más allá de Países Bajos, Polonia o Alemania.
Ampelis en una rama
Tan solo cuando el frio arrecia en esos países estos bellísimos pájaros deciden abandonar su área de distribución y alcanzar la Península Ibérica. Aunque eso sí, nunca más allá de los bosques caducifolios del norte peninsular o los parques y jardines de las poblaciones pirenaicas. Aquí pueden disfrutar de los apetitosos frutos les brindan los serbales, acebos, majuelos y el resto de los árboles y arbustos que crecen en nuestros valles y montañas y los convierten en una templada despensa.
La organización conservacionista SEO/Birdlife, dedicada al estudio y la protección de las aves silvestres y sus hábitats, tiene monitorizados varios episodios de arribada de ampelis al sur de Francia y norte la Península Ibérica. En nuestro país se han documentado varias oleadas de avistamientos entre finales de los años cincuenta y mediados de los sesenta del pasado siglo: básicamente en la cornisa cantábrica, Navarra, norte de Aragón y Cataluña.
Durante este siglo las citas de ampelis europeo coinciden con los inviernos más fríos, como el de 2004, cuando se detectó su presencia en varios puntos de Galicia. Y desde 2008 hasta ahora, de manera casi ininterrumpida, con numerosas observaciones en Castilla y León, Asturias y Cantabria. Por todo ello hemos querido comenzar esta crónica con el título de ‘El pájaro que surgió del frío’: parafraseando el de la célebre novela de John le Carré publicada en 1963, por cierto; el año de la gran nevada en España.