Maridajes Descontextualizados. Por Meritxell Falgueras

Los vinos que mejor acompañan la gastronomía de una región son los autóctonos. Son los conocidos como maridajes geográficos...Por ejemplo, los vinos de la Ribera del Duero son ideales con lechazos y manchegos. Los albariños con los mariscos… y es que como se suele decir, lo mejor es casarse con la vecina de al lado. Por ello normalmente las comidas típicas de cada zona casan con los alimentos que crecen a su alrededor.

¿Pero qué pasa cuando no hay vino cerca de la gastronomía? ¿O si nos gusta mezclar culturas? Los ingleses lo saben bien, un país que plagado de influencias gastronómicas de origen extranjero, ha aprendido que no todo es combinable con cerveza o whisky…. Por lo que la cultura del vino se ha abierto paso con fuerza… ¡Precisamente el mundo anglosajón es de los mercados más fuertes del sector aunque no sea un país productor!

Ahora, vamos a hacer de Willy Fog, ¿sí? Empecemos el viaje.

Primera parada: Asia, que tiene como ingrediente principal el arroz. La comida thai que combina deliciosamente el dulce, el picante y lo amargo, estará bien acompañada de un riesling. La salsa es un elemento a tener en cuenta. Una salsa agridulce nos puede “amargar” la buena relación vino-carne. Por eso, a veces conviene renunciar a crear un maridaje con todos los ingredientes del plato.

Los blancos de gewürztraminer o muscat con buena acidez son una gran pareja de baile. ¡Ni se os ocurra un tinto pasado por madera! Podemos viajar con un buen xarel·lo con una buena bandeja de sushi. O disfrutar de un buen espumoso con la comida china.

A la cocina indochina los blancos de sauvignon blanc la harán aún más sutil, elegante y delicada. Recordad que los peores enemigos de esta feliz luna de miel comida-bebida son: el ajo, la cebolla, el vinagre, el pimentón, el apio, las alcachofas y los espárragos entre otros temidos alimentos. Por su personalidad gustativa es muy difícil congeniar con ningún vino. Por eso los maridajes inteligentes no son sólo con vino. También podemos beber diferentes tipos de cervezas, aguas, destilados, etc. para que estos manjares no estén condenados a la soltería.

¡Nos vamos a hacer las Américas! Si sois fan de los guacamoles y las fajitas, el vino rosado será vuestro aliado, pero no pidáis la comida muy picante si no ¡el vino perderá su sabor!

Para la comida peruana con el ceviche como rey os sugiero un buen chardonnay. ¿Para una buena hamburguesa disfrutando de un partido de la NBA? ¡Un tinto joven y con cuerpo!

Una buena carne argentina a la brasa sin salsas ni adornos, nos pide un vino que brille con luz propia. La elección reside más en el tipo de variedad que en las prácticas enológicas. Pensemos siempre en variedades con potencial de alcohol, volumen en boca y cuerpo. Si está acompañada por un pimiento verde, un tinto de cabernet sauvignon hace un guiño a las notas olfativas.

La única regla del maridaje es que no hay reglas. Pero en el caso de la carne sí que hay una premisa: para los guisos si se macera con vino siempre se debe utilizar el mismo tipo para acompañarla una vez en la mesa.

¿Y para acabar el viaje? La vieja Europa, que aunque esté llenita de vino, agradece múltiples combinaciones: Una tagliatta italiana con un lecho de rúcula con una buena tinta fina… Una Musaka con un tempranillo joven…. “Moules frites” con un blanco con cuerpo... Las posibilidades son casi infinitas.

¿Llegamos hasta África con la comida especiada marroquí? No solo los tés con menta resultan gustosos, ¡probad su exquisita comida con blancos herbáceos frescos o rosados de medio cuerpo!

Porque el mundo es muy grande… ¡maridémoslo con vinos que derriben fronteras!

Meritxell Falgueras