La variedad sauvingon blanc

Hablamos de unas de las variedades blancas de más personalidad del panorama ampelográfico. Fresca, vibrante y salvaje, la sauvignon blanc brilla como monovarietal en las mesas y bodegas del mundo.
La sauvignon blanc, no necesita de mezclas para regalarnos un perfil organoléptico bello y completo que echa raíces en la tierra, en lo vegetal, en ese frescor salvaje.

Racimos de la variedad sauvignon blanc, en el viñedo de Familia Torres
En lo que a la etimología se refiere, su nombre procede de un bautismo francés, sauvage (salvaje) y vignon (vid). Porque sus notas vegetales y silvestres siguen siendo su estandarte. Algo que comparte con la variedad: cabernet sauvignon.
Nos ofrece multitud de tipos de vinos, desde blancos jóvenes secos, frescos, muy perfumados y agradables, hasta los majestuosos vinos licorosos de Sauternes. Y es que la sauvignon blanc es viajera y curiosa. Una inquietud que la ha llevado a asentarse en multitud de países, tipos de suelo y climas. De Francia, España, Italia, Alemania, Moldavia, Serbia… hasta Chile, Estados Unidos, Sudáfrica, Australia o Nueva Zelanda.
Respecto a sus características, en función del clima se adivinan distintos perfiles: Del clima frío gustan sus notas que recuerdan a la hierba recién cortada, destacando su perfil más vegetal, cítrico y anisado. Vinos ligeros, de gran acidez, elegantes y delicados. Pero del mismo modo amamos el recuerdo de la fruta de hueso y fruta de la pasión de los climas más cálidos. Vinos muy perfumados que invitan a perderse en un mar de sensaciones.
Sobre su relación con la Familia Torres destaca, sin duda, Fransola, como una de nuestras encarnaciones preferidas. Y es que en el Penedès se siente bien. Además, si bien no suele visitar la madera a menudo, también se deja someter mediante una fermentación en barrica de roble nuevo americano seguida de cuatro meses de crianza.

Fransola, maridado con arroz cremoso con verduras y setas, en la terraza del restaurante Jardín Restaurante El Celleret, propiedad de Familia Torres
El resultado es un vino elegante, de un maravilloso color dorado, brillante, limpio y luminoso. Sensual en su expresión aromática, con notas frutales (fruta de la pasión, membrillo) y un delicado matiz de frutos secos que denota el fino tostado del roble de crianza. En boca es intenso, sedoso, con austera fuerza apegada a la tierra.
Espíritu libre, pero de trato amable, la sauvignon blanc mantiene siempre sus características intactas, sea cual sea el método de elaboración. Personalidad y calidad, a partes iguales para deleite de corazones y paladares.