JOAQUIM MASSANA

Joaquim es el alma y el señor de los grandes blancos de la Familia Torres. Un hecho inevitable si atendemos a su propia experiencia vital. Enólogo por inevitabilidad, hombre de viña por herencia ancestral. Sus más íntimos recuerdos van ligados irremisiblemente al dulzor de las uvas y el eco de los sonidos de la bodega, que aún hoy, resuenan con fuerza en su memoria.
´Recuerdo mi primer día de vendimia, con 8 años, junto a mi familia y el resto de los vendimiadores. Llegar al viñedo y descubrir este momento mágico e inolvidable´.
Son caprichosos los recursos de la mente para recrear recuerdos que evocan a una infancia donde sonidos y aromas conforman un universo tan íntimo como vivo: ’…recuerdo los sonidos en la bodega familiar. El chirrío de la bomba al mover el vino de un lagar a otro es de los sonidos más característicos y que más me evocan a la infancia.’
Los aromas. Siempre los aromas. Parece que desde el olfato algo nos conecta y nos remueve. Con lo que somos, con lo que fuimos. Una conexión sensorial con nuestra propia historia. ‘El recuerdo de los aromas es de los aspectos más increíbles de la infancia. En el viñedo, uno de los aromas más característicos se producía con el inicio de la lluvia. Ese aroma característico de la tierra mojada es un recuerdo imborrable.’ Memorias perfumadas por la intensidad frutal, impregnada en el alma y las paredes de la bodega tras la fermentación de los mostos.
‘En bodega, aún recuerdo el aroma del mosto recién salido de la prensa, ese aroma tan característico y rico.’
Si bien el destino de Joaquim parecía determinado desde su más tierna infancia a permanecer entre vides, existe en su álbum de recuerdos un momento que dio forma al futuro enólogo, ‘el momento en el que mi padre me dejó probar mi primer vino. Un vino blanco recién sacado de la barrica con un olor increíble y un gusto muy especial. Realmente ese momento me cautivó y pensé que mi futuro estaría ligado a la tierra y al vino.’
La tierra y el vino. Todo un mundo en dos palabras. Conocedor experto de las particularidades de su tierra, Joaquim resume su visión del hecho vitivinícola:
‘Hablar del vino es hablar, inicialmente, de terroir. La palabra terroir engloba cuatro conceptos básicos: el clima, el suelo, la zona geográfica y la parte enológica. La unión de estos términos es clave para conseguir nuestro objetivo. En la elaboración buscamos traspasar toda esta información del viñedo al vino final para conseguir hacer felices a las personas. A partir de una uva de calidad y nuestros conocimientos tratamos de llegar a ese objetivo.
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Joaquim, en la bodega Waltraud (Pacs del Penedès), donde envejecen los icónicos vinos de Familia Torres.
‘Tradición y técnica se unen para conseguir llegar a buen puerto. Nuestro objetivo de elaborar un vino con identidad propia que pueda llegar a emocionar quien lo disfrute’.
Y lo consigue. Proyectando la DO Penedès y a la Familia Torres al mundo entero. Consciente de que ‘una DO es una mención de territorio, diferenciación y calidad. En estos momentos de globalización el hecho de hacer productos a partir de una zona determinada es una manera clara de diferenciarse.’
Joaquim entiende su profesión como un modo de vida. Y no puede ser de otro modo, ya que la continua implicación en todo el proceso vegetativo y en bodega requiere de toda su atención. ‘El día a día de nuestra profesión es apasionante. Una vez finalizada la vendimia, durante el año, cuidamos, seguimos y controlamos con gran mimo la evolución de los diferentes vinos. En este trabajo es muy importante la creatividad y la imaginación para conseguir el mejor resultado final que, en nuestro caso, será el mejor vino en cada añada.’
Aprovechamos la ocasión para inquirir a Joaquim cómo vive las vendimias…
‘La verdad es que vivo la vendimia con gran pasión, sentimiento y emoción; es la culminación del trabajo realizado durante todo el año. La toma de decisiones es continua y, gracias al conocimiento y a la experiencia, intentamos llevar a buen puerto conseguir, a partir de las mejores uvas de nuestro viñedo, el mejor vino posible.’
Siempre es curioso saber qué bebe quien nos da de beber. Y Joaquim lo tiene claro:
‘Inicialmente, pido a un vino que esté bien elaborado y sin defectos. En segundo lugar, que respete las características de la zona, variedad y tipología de vino. Y, por último, que tenga personalidad propia; que exprese algún rasgo característico que lo haga diferente y único. Un vino que consiga emocionar.‘
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‘Quim’ Massana, durante una revisión periódica del estado de los viñedos del Penedès (Familia Torres)
La emoción está presente en el día a día de un enólogo que se sabe apegado a la tierra y que transmite, en sus elaboraciones, la pasión heredada de sus ancestros, para el disfrute de todo amante del vino.