Dossier: Especial Priorat

En 1990 el gobierno de la Generalitat publicó una vastísima guía de vinos de Cataluña recogiendo en un solo tomo los 1.000 años de tradición vitícola catalana. Las menciones a El Priorat brillaban por su ausencia. De hecho, sus vinos, eran a menudo menospreciados y catalogados por críticos snobs como “pasificados” en exceso, alcohólicos y oxidativos.
Hoy, los vinos del Priorat acaparan continuos reconocimientos nacionales e internacionales y la región se ha convertido en una suerte de tierra prometida para la elaboración de vinos de alta calidad. Pero, ¿Qué factores han vehiculado esta transformación?
A grandes rasgos, podemos enumerar dos catalizadores del “milagro” del Priorat:
- En primer lugar, la labor de viticultores visionarios como, sobre todo, René Barbier, al que siguieron los Palacios, Pastrana, J.L. Pérez y posteriormente Miguel Torres, durante los últimos años del s. XX, y que apostaron por el Priorat reconociéndole un potencial ignorado hasta entonces para la elaboración de vinos de calidad.
- Por otro lado, la inclusión del cultivo de variedades como la cabernet sauvignon, la merlot y la syrah, que en combinación con las tradicionales garnachas y cariñenas ha redefinido el perfil de los tintos del Priorat sin que por ello pierdan la personalidad propia de la tierra que los acuna.
Y es que no es posible entender a los vinos del Priorat sin entender su estrecha relación con la naturaleza, su historia y el particular entorno del que provienen. A continuación, un breve repaso a las características que hacen del Priorat una región única para la producción de grandes vinos:
El entorno, la historia y la leyenda
- El viñedo del Priorat se extiende por las tierras del interior de Tarragona, ocupando agrestes montañas y valles escarpados presididos por la sierra del Montsant. El paisaje, salvaje, ve suavizadas sus formas por las tonalidades propias del bosque mediterráneo que lo envuelve.
- El cultivo de la vid en esta comarca data de tiempos romanos, si bien fueron monjes medievales los que dotaron de esplendor vitícola a la zona desde el s.XII hasta la desamortización de Mendizábal en 1835, momento en que fueron despojados de sus tierras.
- Vestigio de aquel tiempo es el monasterio Cartujano de Scala Dei, -(Escalera de Dios)- que debe su nombre al sueño de un campesino en el que había visto a los ángeles subiendo por una escalera dorada que emergía de entre los árboles y se extendía hacia el cielo.
- Actualmente sigue siendo una zona despoblada, montañosa y de una belleza ruda y tosca, evocada en la magia de sus pequeños pueblos medievales y los viejos viñedos circundantes.
Al abrigo del Serè…
- El clima es templado y sometido a vientos secos del noroeste (el Serè). La temperatura media es de unos 14ºC, pero en verano se dan grandes oscilaciones entre el día (40ºC) y la noche (12ºC) que son muy beneficiosas para la viña.
- Las precipitaciones apenas superan los 400 mm anuales.
- La insolación media del Priorat es de 2.700 horas de sol despejado al año. El poder madurador del sol se ve incrementado por la composición de los suelos, pues las piedras de pizarra que los cubren almacenan el calor y lo reverberan durante la noche.
La viticultura y el Suelo: Una relación compleja
El cultivo de la viña es difícil, duro, sobre todo en las laderas agrestes que impiden el trabajo mecánico.
- La viña se cultiva en terrazas excavadas en el duro suelo de pizarra en cotas que oscilan desde los 200m hasta las alturas superiores a 800m.
- Los suelos formados en laderas a partir de pizarras o licorelles del periodo Carbonífero - (¡300 Millones de años!)- se caracterizan por ser de color pardo oscuro y con una textura rica en arenas y limos. Estas características confieren un drenaje rápido y una capacidad de retención de agua limitada que suele ser favorable para la producción de vinos de calidad.
- Estos suelos tienen un potencial productivo muy limitado debido a su poca profundidad y a la gran cantidad de piedras que contienen. Este factor, determina una dinámica de circulación del agua muy particular -(las raíces de la vid excavan túneles a través de las fallas de licorella para encontrar agua fresca)- y representa una limitación al crecimiento de la planta pero, en contrapartida, una menor producción se ve compensada con la obtención de una uva concentrada que da un grado alcohólico elevado y un vino único.
Los Vinos
Incluida en la categoría de Denominación de Origen Calificada en el 2001, la calidad de los vinos del Priorat está relacionada con las extremas condiciones físicas en las que se cultivan los viñedos.
- Los suelos minerales de pizarra son el secreto de los vinos del Priorat, donde las cepas viejas de garnacha y cariñena -(las más características)-, cultivadas con producciones mínimas en estos pedregales, ofrecen su mejor versión: tintos carnosos, intensos, cálidos, y de férrea estructura. Vinos de bello color oscuro, profundos, robustos y raciales.
- También se cultivan variedades blancas como Macabeo, Pedro Ximénez, Garnacha blanca y en menor medida la Chenin Blanc.
- Mención a parte merecen los sublimes vinos rancios, en especial los dulces. Atención a las garnachas…
Bodegas Torres y El Priorat
La Finca de Porrera de 52h, enmarcada en la localidad del mismo nombre, es la cuna de Salmos y Perpetual, dos ejemplos de la modernidad alcanzada por los vinos del Priorat. Vinos contemporáneos pero que recogen en su ADN el orgulloso origen de la tierra que los ha visto nacer.
- Salmos encarna armónicamente el equilibrio entre potencia y elegancia. Opulento y graso pero a la vez sedoso y de largo final, está elaborado con las variedades Garnacha, Cariñena y Syrah, envejeciendo en barricas de roble francés durante un periodo no inferior a los 14 meses, pudiendo alcanzar los 16 meses dependiendo de la añada.
- Cepas de Garnacha y Cariñena casi centenarias dan vida a Perpetual. Nuestro particular homenaje a los tradicionales vinos de guarda del Priorat. Perpetual es carácter e intensidad, características afinadas en su larga crianza en roble nuevo francés durante 18 meses y un largo letargo en botella en la bodega de El Lloar. Sotobosque, lavanda y agradables notas de torrefacción al acercarnos la copa a la nariz. En boca, taninos redondos, dulces y un postgusto casi eterno.
Blancos, tintos o rosados, los vinos del Priorat estimulan los sentidos, aportan calidez al alma y nos devuelven a un pasado remoto de una riqueza histórica y cultural incomparable. El brillo de la cuarcita de las pizarras, con su mineralidad, insiste en aferrarnos a la esencia desnuda y cruda de una tierra milenaria.