3 factores clave para una perfecta puesta en escena
1. La copa:
Las hay de toda clase y condición, pero simplifiquemos. Ni grande ni pequeña, una copa mediana sirve para blancos y para tintos. Lo importante es que tenga un pie suficientemente largo para una buena sujeción y que la tulipa, la parte donde vamos a verter el vino, sea limpia y permita un cierto movimiento para la oxigenación. A partir de ahí, para gustos colores - ¡aunque pocos, si queremos apreciar el color del vino!-
2. El descorche:
El cuello de la botella y el corcho se protegen con la cápsula. Para extraer el corcho es suficiente con realizar un corte por debajo del gollete y retirar únicamente la parte superior de la cápsula. De esta manera, cuando la botella quede sumergida en la cubitera el cuello no se verá “desnudo” y el servicio del vino será mucho más elegan ¡Ah! Y recuerda que en el momento del descorche el que debe girar es el sacacorchos y no la botella.
3. La temperatura:
El factor clave en la correcta degustación del vino. Aún hay quien se escandaliza al ver una botella de tinto en una cubitera, pero que es mejor, ¿un tinto ligeramente fresco y fácil de beber, o un caldito imbebible de mosto fermentado?
La temperatura de servicio de un vino influye enormemente en la percepción y en las sensaciones que nos produce. Una temperatura “fresca” modera las sensaciones ácidas, los excesos de azúcar y la fuerza alcohólica. Por el contrario, una calidez demasiado acentuada exalta estas sensaciones y modera el amargor de los taninos. De esta norma también se deduce que los vinos tánicos necesitarán más temperatura y, por el contrario, los que son más ácidos deberán servirse más bien frescos.
Sencillo, pero alguien tenía que decirlo, ¿no?
De todos modos hay que tener presente que el servicio del vino no es un ritual sagrado o un acto pretencioso. Todo se reduce a hacer justicia al vino, a descubrir su potencial y disfrutarlo como merece ser disfrutado.
Para saber más, te invitamos a ver este video en El Taller de clubtorres.com: