Viajar con Vino: Ante todo, previsión

¿De modo que te has comprado unas cuantas botellas de vino mientras visitabas bodegas y ahora tienes que intentar hacerlas llegar a casa de una pieza…? No te preocupes, a continuación te explicaré como conseguirlo sin arriesgarte a perder ni una gota.

Lo más importante a la hora de llevar a casa el vino que has comprado durante el viaje es, por supuesto, asegurar que las botellas lleguen enteras. Por motivos evidentes, una maleta “dura” es la mejor opción. Pero si no tienes una, no hace falta que salgas corriendo a comprarla ahora mismo:

Ante todo, previsión…

Cuando estés planeando tu viaje, después de reservar vuelo, hotel, etc., si el itinerario elegido incluye visitas a bodegas, no está de más que te informes si disponen de embalajes especiales para proteger las botellas que adquieras.

Como ejemplo, en la tienda del Centro de Visitas de Bodegas Torres, disponemos de estuches individuales, así como maletas a prueba de golpes con capacidad para tres botellas que, además, podrás facturar.

También es muy importante tener en cuenta los límites de peso de la aerolínea con la que vayas a viajar; esa información se puede encontrar en sus páginas web. Si te pasas del límite, deberás pagar un coste adicional, así que seguramente no querrás arriesgarte a eso.

De modo que antes de embarcar en el avión deberías comprobar cuántas botellas puedes llevar contigo:

Soluciones caseras

Si resulta que tienes más botellas que protecciones y necesitas improvisar una solución de urgencia, existen un par de “remedios caseros” que me han sacado de algún apuro en más de una ocasión:

  • Puedes meter la botella en la manga de una camisa vieja (una de la que no te importe prescindir en caso de que se manche accidentalmente de vino tinto) y enrollarla alrededor de la botella. Luego la proteges dentro de una bolsa de plástico. En lugar de la manga de una camisa, también puedes introducir la botella en un calcetín y acomodarlo entre la ropa sucia, toallas, etc.
  • Cuando soy más previsora y planeo con antelación mi viaje a países vinícolas, acostumbro a meter mi ropa y zapatos en el equipaje de mano y facturo una maleta “dura” vacía (con un par de toallas viejas) para traerme a la vuelta cualquier tesoro líquido con el que me pueda topar.

El fenómeno de “la enfermedad de la botella”

Después del viaje, deberás mimar un poco a las botellas y dejarlas descansar. Existe un fenómeno llamado la “enfermedad de la botella”, y es que al vino no le gusta viajar: El movimiento y los cambios de temperatura que sufre durante el viaje pueden afectar a su sabor, especialmente en las añadas más viejas.

De modo que una vez llegues a casa, coloca las botellas en posición horizontal en un lugar oscuro, preferentemente a baja temperatura, imitando en la medida de lo posible las condiciones de una bodega. De lo contrario, si descorchas las botellas directamente, es muy posible que te encuentres con un vino apagado, decaído.

Ten presente que el vino debe volver a estabilizarse y para ello necesita algo de tiempo. Recomiendo esperar entre un par de días y un par de semanas (en el caso de añadas muy antiguas), y para entonces, no deberías tener problemas.

Así que, previsión, paciencia y… ¡Salud!

Kati Jauhiainen

Coordinadora de la Sala de Catas

Bodegas Torres