Nidos de golondrina: el mejor insecticida

Golondrina común posada en un cable (Foto: Jose Luis Gallego)

Por Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental (@ecogallego)

El acrobático vuelo de las golondrinas y los vencejos a ras de suelo, rozando con la punta de las alas las espigas de trigales o las cepas de los viñedos, es una de las representaciones más armoniosas de la naturaleza en los atardeceres de primavera. Pero además de esa belleza plástica, la plácida imagen de verlas volando transmite un mensaje de bonanza a las gentes del campo por lo que representa su compañía.     

La presencia de golondrinas, vencejos y aviones es muy beneficiosa para los campos, pero también para los pueblos, por eso sus nidos son tan bien acogidos en masías y caseríos, granjas, establos y bodegas. 

En el mundo rural aprendieron hace tiempo que con estas aves cerca los insectos voladores, y muy especialmente los mosquitos, desaparecen en gran número. Por eso sienten tanto respeto por ellas y les permiten que se establezcan en el entorno de sus casas, a menudo incluso en los porches o los patios interiores, conviviendo en perfecta vecindad.

Golondrina común posada en un cable (Foto: Jose Luis Gallego)
Golondrina común posada en un cable (Foto: Jose Luis Gallego)

Y es que una sola golondrina común (Hirundo rustica) puede llegar a consumir alrededor de 850 mosquitos al día. Si tenemos la fortuna de albergar un nido de esta especie en el entorno de nuestro hogar, la pareja se encargaría por si sola de eliminar diariamente hasta 1.700. Pero es que si le sumamos las aportaciones que deben hacer al nido para alimentar a los pollos, el numero se podría multiplicar por dos o por tres, dependiendo de la puesta. No existe insecticida más eficiente, ni más ecológico.

Sin embargo en nuestras ciudades, donde abundan más los aviones comunes (Delichon urbicum) estas aves no gozan del mismo reconocimiento, ni de igual respeto. Muy al contrario, cada año por estas fechas, coincidiendo con el período de cría, se producen derribos de nidos en los edificios. En la mayoría de los casos los autores son inquilinos que se muestran molestos por la acumulación de deposiciones bajo los aleros de los tejados o los salientes de los balcones, donde estas primas hermanas de las golondrinas suelen situar sus nidos.

Y lo mismo ocurre con los vencejos que ubican sus nidos en las grietas de los edificios. Estas aves pasan el 90% de su tiempo en el aire. Comen, duermen y hasta se reproducen volando. Tan solo toman tierra para construir el nido y sacar adelante a sus pollos. De hecho tienen unas patas extremadamente cortas, resultando casi ápodos, es decir carentes de pies, de ahí su nombre científico: Apus apus. Por eso, ante sus largas ausencias, es común que en las obras de rehabilitación de fachadas se sellen los nidos. Si el cubrimiento se realiza durante la época de cría (entre mayo y agosto) el resultado es especialmente dramático pues los pobres pollos quedan emparedados mientras la pareja de adultos no deja de intentar acceder a su interior.        

En España todas las especies de golondrinas, aviones y vencejos están protegidas por la ley. Incluidas en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE) y en el Catálogo Español de Especies Amenazadas, no se les puede causar molestia, ni mucho menos derribar o bloquear sus nidos, aún estando vacíos. Hacerlo está considerado como una infracción grave que aparece tipificada como delito en nuestro código penal, por lo que puede ser castigada con penas de cárcel. En caso de denuncia, las multas pueden llegar a alcanzar los doscientos mil euros. 

En todo caso, para evitar las molestias provocadas por la acumulación de excrementos bajo los nidos de estas aves, basta con tomarse la molestia de fijar dos soportes en la pared y colocar una bandeja sobre ellos que iremos vaciando a medida que se llene. Unos excrementos que, por cierto, nos proveerán de excelente abono para las plantas de la terraza o el balcón. 

En caso el caso de tener que proceder a la reforma del tejado o la fachada de un edificio donde las golondrinas o los vencejos han situado sus nidos, tras conseguir la necesaria licencia del ayuntamiento debemos esperar a que las aves los abandonen, pasado el verano. Una vez vacíos, en lugar de destruirlos contemplaremos todas las posibilidades de restaurarlos para que vuelvan a ser ocupados por sus mismos inquilinos. Se han documentado nidos de golondrina de más de cincuenta años de antigüedad, siendo ocupados por decenas de parejas que han sacado adelante a centenares de pollos.

En el caso de golondrinas y aviones sus nidos, en forma de tazas de barro, se pueden retirar con el mayor cuidado posible para volver a fijarlos de nuevo en el mismo lugar tras las obras. Si es un nido de vencejo, que como hemos dicho aprovechan las fisuras y los agujeros más estrechos de las fachadas, bastará simplemente con volver a abrirlos tras las obras. Si fracasamos en el intento también podemos restituirlos por nidales artificiales. Existen varios modelos a la venta por internet.