El treparriscos, Ave del Año 2025 en España

Por Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental (@ecogallego)
La organización conservacionista SEO/Birdlife, entre cuyas principales tareas figura la de contribuir al estudio y conservación de las aves silvestres y sus hábitats, organiza desde 1988 el concurso ‘Ave del Año’: una campaña con la que esta oenegé quiere dar a conocer la situación que atraviesan las especies más amenazadas de la avifauna española y promover medidas que contribuyan a su protección.
El sistema de elección de la especie consiste en un proceso de votación abierto a la sociedad mediante el cual los participantes pueden elegir entre las tres candidaturas propuestas por la organización. Y en esta ocasión la especie elegida como ‘Ave del Año 2025’ ha sido el treparriscos, que con un 37% de los cerca de seis mil votos emitidos, ha logrado imponerse a los otros dos candidatos: el pechiazul y el gorrión alpino.

Ejemplar de treparriscos posado en una piedra. Fotografía de: SEO/Birdlife
El treparriscos es un ave inconfundible, de tamaño pequeño, no mucho más grande que un gorrión, y con un pico extraordinariamente largo en relación con su cuerpo. Sus patas cortas y lo aplanado de su cuerpo hacen que aparezca pegado a los riscos y las rocas a las que permanece asociado y que no deja de recorrer arriba y abajo en busca de los pequeños invertebrados que le sirven de alimento y que captura entre las grietas, repisas y cantiles introduciendo su largo pico a modo de estilete.
Su plumaje es uno de los más bellos que existen: de color gris ceniciento, con la garganta blanca como la nieve, en contraste con la región ventral, de color gris ceniciento. Tiene un vuelo ondulado y disperso, muy inquieto, durante el que bate las alas como si fuera una enorme mariposa. En ese momento nuestro protagonista luce toda su espectacular belleza al mostrar el rojo vivo, entre granate y carmesí, de las alas, que son de color negro azabache en sus extremos, al igual que la cola, con unas marcas blancas en las rémiges.

Treparriscos en una piedra. Fotografía de: SEO/Birdlife
Respecto a su distribución en España, actualmente, y con indiferencia de los ejemplares divagantes que puedan aparecer en cualquier otro territorio, la población se concentra mayoritariamente en dos áreas de reproducción: la situada en las montañas del oriente de la Cordillera Cantábrica, principalmente en el Parque Nacional de Picos de Europa, y la que habita los cortados rocosos y las peñas del prepirineo y el pirineo central. En inviernos especialmente crudos, los treparriscos ven dificultada su supervivencia, por lo que suelen realizar desplazamientos hacia zonas menos frías, debido a ello pueden darse citas en zonas de monte medio y bajo, incluso en las serranías centrales y litorales.
Según los ornitólogos que realizan el seguimiento de esta especie, el número de territorios de cría oscilaría entre los 600 y los 900, mientras que la población total se situaría entre los 1.200 y 1.800 individuos. Unos números que, dado los niveles de amenaza a los que se enfrenta la especie, no garantiza ni mucho menos su pervivencia.
Como todas las aves que habitan la alta montaña, los efectos del calentamiento global que sufre el planeta como consecuencia de las emisiones de gases de efecto invernadero de origen antrópico, especialmente las asociadas a la quema de combustibles fósiles se han convertido en su principal amenaza. Los treparriscos son muy sensibles a las variaciones de temperatura y precipitación, de ahí que se hayan constituido en uno de los mejores bioindicadores del cambio climático.

Ejemplar de treparriscos. Fotografía de: SEO/Birdlife
Para SEO/Birdlife, si consideramos el grado de aislamiento y fragmentación de sus poblaciones, es más que probable que tanto el área de distribución como el número de ejemplares de esta delicada especie se reduzcan en los próximos años ante el avance del cambio climático.
Más allá de la crisis climática, otra de las amenazas que se ciernen sobre las poblaciones de treparriscos son los proyectos de ampliación de estaciones de esquí y sus infraestructuras asociadas, como el previsto en la Canal Roya, en el pirineo de Huesca.
El auge de las actividades de ocio que se desarrollan en sus territorios también está afectando negativamente a la biodiversidad de los ecosistemas de montaña. El barranquismo, las vías de escalada y muy especialmente las carreras de alta montaña están alcanzando unos niveles de masificación incompatibles con la conservación de los frágiles hábitats que son el hogar exclusivo de los últimos treparriscos. Por eso hay que apelar a la responsabilidad de organizadores y participantes, así como de las administraciones que conceden los permisos.
Con su elección como Ave del Año 2025 desde SEO/Birdlife quieren contribuir al mejor conocimiento de esta especie, a dar a conocer sus amenazas y a promover las medidas de conservación necesarias para preservar su supervivencia. Les deseamos mucha suerte.