El esquivo y misterioso gato montés

gato montes

Por Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental
@ecogallego

Mucho menos popular que el lince, aunque no menos bello, el gato montés (Felis silvestris) es el felino más desconocido y enigmático de la fauna ibérica para el gran público. Sus hábitos reservados y su discreto comportamiento, solitario y esquivo, hacen que resulte difícil de observar en la naturaleza, incluso para los especialistas que participan en las labores de estudio y seguimiento de la especie. Tanto es así que apenas se tienen datos del estado de conservación de sus poblaciones, que podrían estar disminuyendo en los últimos años debido a la alteración de sus hábitats y la grave amenaza que supone la hibridación de esta especie salvaje con el gato doméstico.  

Ejemplar de gato montés.
Ejemplar de gato montés. 

Mucho más robusto y de mayor tamaño que el doméstico, el gato montés es uno de los animales más espectaculares de nuestra fauna, diferenciándose claramente tanto por sus formas como por su bellísima librea. De pelaje pardo grisáceo, atigrado y brillante, muestra una oscura raya longitudinal en el lomo de cabeza a cola. Vientre más claro. Patas cortas y fuertes, con cinco dedos en las delanteras y cuatro en las traseras equipadas con afiladas garras retráctiles.

El cuello del gato salvaje es muy ancho y mullido, de abundante y denso pelaje. Cabeza gruesa, con hocico corto y ancho, en la que destacan sus ojos amarillo verdosos. Orejas triangulares, cortas y triangulares, sin pinceles. Largos bigotes de color blanco, muy característicos. Cola muy larga y ancha, con anillos de un tono oscuro que se va intensificando conforme llegan a la punta, totalmente negra.  Mide alrededor de 65 centímetros de longitud, más otros 30 de la cola. Tiene una altura de unos 30 centímetros y puede alcanzar los ocho kilos.   

Carnívoro estricto, la dieta del gato montés está basada en el conejo de monte, también captura liebres, roedores, reptiles y aves silvestres de distintas especies. No acostumbra a actuar como carroñero ni suele atacar a las aves de corral, por lo que su presencia no resulta problemática para los granjeros. 


Desconfiado y crepuscular, el gato montés evade en todo momento la presencia del hombre, aunque a veces suele ser visto a plena luz del día merodeando por los márgenes de los senderos forestales o soleándose en barbechos y campos de cultivo, muy especialmente en dehesas y viñedos. 
   
Respecto a la posible confusión con el gato doméstico de pelaje atigrado, éste último tiene un tamaño menor y presenta una coloración mucho menos ajustada al patrón del gato montés. Las principales referencias para diferenciarlos están en la cabeza, mucho más robusta y redondeada en el montés, y la cola, notablemente más ancha y poblada de pelaje y acabada con la característica punta negra. 

Mucho más difícil de diferenciar resultan los ejemplares híbridos: es decir aquellos resultantes del cruce de un gato montés con un gato doméstico de pelaje similar. De hecho esta circunstancia constituye, como señalábamos anteriormente, una de las principales amenazas para la especie. Junto a la contaminación genética, otro de los factores que están provocando la regresión del gato montés en el medio natural es la pérdida de su hábitat característico, el bosque de frondosas con prados abiertos de media y alta montaña. 

Ejemplar del gató montés andando.
Ejemplar del gató montés andando. 

Pero además de suponer una amenaza para la viabilidad de las poblaciones de gato montés, los gatos domésticos asilvestrados son una de las mayores amenazas para la conservación de la biodiversidad en su conjunto. La propia Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza los cataloga como una de las cien especies invasoras más dañinas. 

Un reciente estudio trabajo de investigación elaborado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y publicado en la revista Conservation Science and Practice alerta de que los gatos asilvestrados han provocado más de una cuarta parte de las extinciones contemporáneas de aves, mamíferos y reptiles en todo el mundo, por lo que están catalogados como uno de los depredadores invasivos más perjudiciales para la naturaleza.

Para evitar esta problemática los científicos apelan a la tenencia responsable de los gatos domésticos, evitando que se escapen de casa a cualquier hora del día y se instalen en el medio natural, donde además de suponer una amenaza de pérdida genética para el autóctono y cada vez menos abundante gato montés, pueden causar un grave impacto ecológico en los ecosistemas.