LA RESTAURACIÓN SE REINVENTA

La reapertura de restaurantes bajo estrictas normas sanitarias e higiénicas; restricciones de aforo y distancia social, representa la perfecta metáfora, a pequeña escala, de una nueva realidad cuya extensión llega a todos los aspectos de la vida en sociedad.

Pero, cambios de protocolo a parte, la vuelta a la actividad de la restauración supone un espaldarazo a la reactivación de lo intangible, de lo emocional. Porque somos seres gregarios que necesitamos socializar; compartir mesa, mantel y vino; charla, vulnerabilidades y seguridades, esperanzas.

La dialéctica de lo humano acontece alrededor de una mesa. Comer y beber bien, como excusa para el encuentro. La creación de un contexto amable que permite expresarnos desde lo que somos y aspirar, de manera lícita, a lo que queremos ser.

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Imagen del espacio exterior del Jardín Restaurante El Celleret (Pacs del Penedès)

Porque restaurantes, terrazas y tascas, bodegas y mercados, se disponen como tableros para el juego de la vida. Lugares que nos acercan y predisponen a la empatía. Trascienden al concepto de ‘negocio’ para devenir templos de humanidad. Pequeños universos donde cada mesa acoge un mundo propio, efímero y rotativo.

Son los y las profesionales del sector hostelero quienes nos permiten disfrutar de estos momentos. Profesionales que, lejos de resignarse al encierro, han renovado ilusiones, aprovechando las horas retenidas para realizar un ejercicio de reflexión, reinvención e innovación. Apenas tres meses han bastado para una revolución en usos y costumbres que, de otro modo, hubiera llevado varios lustros.

Haciendo un esfuerzo económico enorme, han puesto en marcha proyectos de digitalización de cartas; métodos de reserva previa y formas de pago. Envíos a domicilio que han transformado los estándares de la habitual y rápida comida take away, haciendo de nuestros pedidos, experiencias culinarias. Han perdido mucho y han vuelto para dárnoslo todo.

Su actividad teje redes comerciales y emocionales. Nos conecta con los productos y alimentos de nuestro entorno. Y es que la dificultad para el transporte de mercancías durante los pasados meses ha fomentado el consumo de productos de proximidad, haciendo de lo que era una tendencia, una nueva y estable realidad.

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Imagen del espacio exterior delJardín Restaurante El Celleret(Pacs del Penedès)

Articulan y tangibilizan nuestros deseos y necesidades más primarios. Alimento para cuerpo y alma. Son los anfitriones para aquellos que los visitan. La cara amable y sabrosa que acoge y mima a gentes de todo el globo. Proveedores de sensaciones que anidan en nuestro atávico cerebro reptiliano.

Es momento (y el clima acompaña) de acudir de nuevo a la llamada de la mesa puesta. La normalidad es nueva, pero las ganas son las de siempre, sino mayores. Los nuevos protocolos requieren de nosotros mayor paciencia y consciencia social. Un peaje menor si atendemos a la recompensa de volver al disfrute de la buena gastronomía.

Debemos aprovechar la oportunidad que nos ha brindado este stand by temporal, para de la introspección y la reflexión pasar a la acción y cambio de hábitos para con nuestros congéneres en sociedad y nuestro entorno natural. La restauración señala el camino, y en nuestros pasos está transitar el sendero correcto.