LA FAUNA DE LAS VIÑAS: EN BUSCA DEL EQUILIBRIO.

02 Julio 2019

La viticultura no puede desarrollarse de espaldas a la naturaleza: intentando someterla o reduciendo su espontaneidad para concentrar todos los esfuerzos en mejorar la productividad del viñedo; hoy sabemos que la mejor manera de mejorar esa productividad es, precisamente, todo lo contrario: que la viña conviva en perfecta armonía con la naturaleza que la rodea.

Ésta es una de las bases de la viticultura sostenible: la alianza con la biodiversidad. De lo que se trata es de favorecer la armonía con las especies silvestres en busca de la convivencia: especialmente con aquellas que contribuyen a la lucha biológica contra las plagas de la vid.

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Ejemplar de "Bufo bufo" que habita en la finca de Fransola. Se alimenta de cucarachas, mariposas.

En ese sentido, las aves insectívoras, los murciélagos, los anfibios y reptiles, y algunas especies de insectos, pueden convertirse en los principales aliados del viticultor. Por eso resultan cada vez más comunes, en el entorno de los viñedos, las instalaciones que favorecen su presencia: cajas nido, charcas artificiales, comederos y hoteles para insectos (esos pequeños murales rellenos de troncos finos y otras materias vegetales), entre muchas otras.

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Un enjambre de abeja común en la finca Milmanda (Familia Torres). Estos tipos de enjambres están pocos días, incluso pocas horas, en un mismo lugar, y demuestra la buena salud de los viñedos ecológicos

Pero no todos los animales que se sienten atraídos por las cepas acaban siendo nuestros aliados.

En esa concepción holística de la viticultura, en la que la viña se funde con la naturaleza que la envuelve para convertirse en un hábitat más y recoger todas sus esencias, debemos tener en cuenta los daños que están causando en la propia naturaleza la sobrepoblación de algunos mamíferos silvestres. Unos daños que también están afectando a los viñedos.

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A la izq., protectores en la finca de l'Aranyó (Celler Purgatori), que evitan daños que los conejos ocasionan al roer las cepas jóvenes (en los primeros años posterior a su plantación). A la dcha., un zorro que habita en la finca y que ayuda a controlar la población.

Uno de los merodeadores más frecuentes de la viña es el gran oportunista del bosque mediterráneo, el jabalí que, junto a dos grandes herbívoros, el corzo y el ciervo, se encuentra en plena expansión en España. Su expansión en número y el amplio despliegue de su área de distribución se debe, en buena medida, a la falta de predadores y al abandono creciente del medio rural: una mala noticia para la naturaleza. Y ese crecimiento sin control está desestabilizando el equilibrio ecológico de los ecosistemas que habitan, afectando también a algunos cultivos como, en este caso, el viñedo.

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(Izq.) El huerto ecológico situado en frente de la finca Mas Rabell (Familia Torres) abastece de hortalizas, verduras y fruta de temporada al Restaurante. (Centro) Los jabalís que frecuentan el bosque de la finca han visitado en múltiples ocasiones el huerto, provocando serios daños en las plantaciones. (Dcha.) Esto obligó a realizar un vallado perimetral para evitarlo.

La convivencia con éstas y otras especies en expansión -algunas con una gran capacidad de causar daños a la viña- no es fácil, pero tampoco imposible. Hoy en día existen métodos disuasorios y no cruentos para mantener a estos animales salvajes alejados de las fincas desde el respeto a su existencia, sin romper ese pacto de convivencia con la naturaleza, esa armonía con el entorno a la que aludíamos al principio y que constituye la base de la viticultura sostenible.

Se trata de cuidar la tierra cuidando a quienes la pueblan, respetando a aquellos con quienes compartimos territorio: unas veces aliados, otras no tanto. Siempre en busca del beneficio común: es decir, de la conservación de la naturaleza. Porque, como reconoce el propio lema de Familia Torres: “Cuanto más cuidamos la tierra, mejor vino conseguimos”.