El milano real: la rapaz elegante

Por Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental (@ecogallego)
La silueta de vuelo de los grandes rapaces suele ser el rasgo más característico para intentar reconocer la especie a la que pertenecen. Sobre todo, cuando, como ocurre en la mayoría de las ocasiones, las observamos desde abajo, volando alto, y no logramos distinguir el color de su plumaje.
En ese caso, la disposición y la forma de las alas, junto al perfil y el tamaño de la cola o la pauta de vuelo, suelen ser tan determinantes como sus tonalidades para saber de quién se trata. Y entre todas las rapaces que sobrevuelan nuestros campos, no existe ninguna que tenga una silueta ni una pauta de vuelos más distintivos que el milano.
De tamaño mediano y formas ligeras, en la península ibérica se pueden observar dos especies pertenecientes a este género: el milano negro (Milvus migrans) y el milano real (Milvus milvus). El primero, más pequeño, tiene una longitud de unos 60 centímetros (cm) y una envergadura de 140 cm. El milano real, mucho mayor, puede rondar los 68 cm de longitud y alcanzar una envergadura (la anchura de punta a punta con las alas abiertas) de hasta 172 cm.

Ejemplar de milano real en una rama de un árbol. Fotografía de: Ana Mínguez.
Ambos muestran una silueta similar: cabeza pequeña con relación al resto del cuerpo, con un pico corto que apenas sobresale, y alas estrechas, alargadas y angulosas. Pero la principal pista que nos ofrecen para conseguir identificarlos es la forma de su cola: alargada y estrecha cuando la tienen recogida, y muy ahorquillada al abrirla. Una cola inconfundible que usan como un ágil y ligero timón para realizar todo tipo de requiebros en el aire.
Esas piruetas llegan a ser muy espectaculares en el caso de nuestro protagonista, el milano real, especialmente en primavera, durante el período de celo, cuando la pareja dibuja unas llamativas figuras aéreas gracias a esa singular cola, con una inconfundible forma de V mucho más abierta y bifurcada que la del milano negro.
Si tuviéramos ocasión de ver a un milano real volando bajo, anotaríamos que luce un plumaje más claro y colorido que el de su pariente cercano, mucho más oscuro (de ahí su nombre: milano negro). De hecho, para muchos ornitólogos aficionados, entre los que me encuentro, con esa combinación de tonos plateados, ocres y anaranjados, y su delicada forma de volar, el milano real es una de las rapaces más elegantes de nuestros campos.
Carroñero y oportunista, esta bella rapaz es un fiel rastreador de carreteras, donde a menudo se le puede ver volando a media altura en busca de los animales muertos que quedan en las cunetas y le sirven de alimento. Por propia experiencia puedo asegurar que verlo volar de frente en esos momentos, maniobrando la cola de un lado a otro, es todo un espectáculo.
Residente habitual en toda España (excepto en Canarias), su población se multiplica en otoño con la llegada de los invernantes que bajan del centro y el norte de Europa huyendo de las bajas temperaturas, lo que puede dar lugar a concentraciones que llegan a ser muy numerosas, sobre todo en los pasos de montaña y los valles pirenaicos. También se da un paso primaveral en sentido inverso. En cambio, las poblaciones meridionales de la especie, más fijas y sedentarias no suelen realizar desplazamientos migratorios.

Milano real. Fotografía de: Ana Mínguez.
Pero nos equivoquemos: pese a esas concentraciones puntuales durante los pasos migratorios, el milano de real es una de las rapaces más escasas y amenazadas de la fauna ibérica. Y lo es debido principalmente a dos factores: el uso ilegal de veneno en el campo y las colisiones contra los tendidos eléctricos.

Ejemplar de milano real en una rama de un árbol. Fotografía de: Ana Mínguez.
Su situación es tan delicada que en los últimos años la población española de esta especie, tanto residente como invernante, se ha reducido a la mitad, lo que la ha llevado a formar parte del Catálogo Español de Especies Amenazadas con la categoría de ‘En peligro de extinción’.