El canto del cuco: la banda sonora del verano

20 Junio 2023
Cuco

Por Jose Luis Gallego. Divulgador ambiental (@ecogallego)

El cuco es una de las aves más populares de nuestros bosques, pero no por sus formas, que pocos conocen, sino por su popular e inconfundible reclamo. Un canto al que debe su nombre, tanto vulgar como científico: Cuculus canorus. 

Pájaro de gran tamaño, alargado y esbelto, con la cola y las alas muy largas, pese a lo común de su reclamo, se trata de un ave de comportamiento esquivo y reservado que muy pocas veces se deja ver.  

Tiene un plumaje de color grisáceo en general: ceniciento en el dorso, la cola y las alas, y blanco estriado en el vientre. Destacan el amarillo intenso de su aro ocular y las patas, pequeñas y muy cortas. El joven y la hembra pueden mostrar una fase rojiza, con el plumaje del dorso de color teja y moteado de negro, parecido al cernícalo. Tiene un vuelo recto, con pose alargada y aleteo veloz. Mide 34 centímetros de largo, hace 60 de envergadura y pesa 120 gramos.   

Pero como decía, lo más característico del cuco no es su aspecto sino su canto, que muchos identifican con la banda sonora del verano. Ave solitaria, se trata de un visitante estival que llega a nuestros bosques a mediados de primavera y regresa a finales de agosto a sus cuarteles de invierno en el África austral. Y durante todo ese tiempo no dejará de emitir su característico y potente canto, formado por dos sílabas que repite en largas sesiones (cu-cu/cu-cu/cu-cu) y que, en condiciones favorables, puede escucharse a más de un kilómetro de distancia. 

Aunque la potencia y la singularidad de su reclamo hacen que se pueda localizar en muchas de nuestras salidas al campo, se trata de una especie básicamente forestal que muestra especial predilección por robledales, pinares, encinares y bosques abiertos con abundante matorral bajo. También suele instalarse en las arboledas que rodean a los campos de cultivo, especialmente en el entorno de los viñedos. Se alimenta de insectos, gusanos y larvas, mostrando una especial predilección por las de mariposa.   

 

Cuco
  Ejemplar de cuco. Crédito: SEO/BirdLife

 

Respecto a sus hábitos de comportamiento, el cuco también destaca por su método de cría. Y es que se trata de un afamado parásito de nidos ajenos. Así, en lugar de construir el suyo propio, el cuco prefiere depositar los huevos propios en el nido de otros para que sean sus propietarios quienes se encarguen, tanto de la incubación de los huevos, como de la alimentación del pollo.  

De ese modo, y una vez llegado el momento de la puesta, la hembra del cuco va repartiendo un par de docenas de huevos, de uno en uno, por los diferentes nidos que ha localizado previamente en el bosque. Unos huevos que imitan la coloración y la forma de los huevos del nido parasitado para que sean admitidos por los padres adoptivos. 

Y lo más sorprendente es que en la mayoría de las ocasiones la pareja de pájaros propietaria del nido ocupado, mucho menores en tamaño y completamente diferentes en aspecto, no duda en incubar el huevo del cuco junto a los suyos propios. Hasta que el huevo del invasor eclosiona. En ese momento se pone en marcha la trama de la selección natural, el darwinismo que impera en la naturaleza, y que le va a permitir a mamá cuco que su pollo, el pollo invasor, salga adelante. 

Para que todo salga según lo planeado por la evolución, el huevo del cuco eclosiona antes que el resto, en menos de un par de semanas. Y ya desde el primer instante en que llega al mundo, nada más salir del cascarón, la principal obsesión del pollo recién nacido, impulsado por el mandato de supervivencia que viene incorporado en su registro genético, será deshacerse de sus competidores, valiéndose de todas las fuerzas para arrojar a los huevos, los huevos de la pareja propietaria del nido, fuera del nido. 

Son muchos los documentales de naturaleza y las imágenes por internet que muestran el preciso instante en que, a la manera de un pequeño Hércules, el polluelo recién nacido del cuco se agarra de los bordes del nido, con las alas todavía desnudas de plumón, para elevar con los hombros los huevos de la especie parasitada o incluso los polluelos legítimos recién nacidos, hasta llevarlos hacia el exterior y precipitarlos al vacío.  

De ese modo, uno vez solo en el nido que su madre eligió para él, el pollo del cuco será alimentado en exclusiva por sus padrastros: petirrojos, acentores, currucas, bisbitas o zarceros, entre otras especies. Unas especies a las que el pollo del cuco llega a doblar e incluso triplicar en tamaño: tanto es así que a menudo el padre adoptivo suele llevar a cabo las cebas posado sobre los hombros del polluelo adoptado, al que seguirá alimentando hasta que, pasadas entre dos y tres semanas, eche a volar.